Buscar...

viernes, 13 de enero de 2017

Matutina de Damas : Enero 13, 2017

De nuevo en el autobús



«Cuando venga el Hijo del hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (Lucas 18: 8).



Me encontraba en el autobús, con ocho horas por delante para llegar a casa. Regresaba de un día festivo que mi esposo y yo habíamos pasado en casa de unos amigos, en Brasil. Había sido maravilloso volver a verlos, pero era momento de volver a mi vida.

Poco después de subir al autobús, me di cuenta de que el asiento de al lado estaba ocupado por un hombre alto y fuerte. Pensé: «¿Cómo voy a pasar la noche al lado de este hombre tan grande?». Juzgué mal al joven porque, para mí, tenía una mirada tenebrosa.

Después de una hora de viaje, el autobús tuvo un problema mecánico y se detuvo junto a una comisaría de policía para ser reemplazado por otro autobús. Yo dormí mientras esperábamos. Dos horas más tarde, el otro autobús llegó. Nos subimos a él y fuimos directamente a sentarnos. Me preocupaba el retraso porque tenía que empezar a trabajar a las siete de la mañana, y entonces comencé a hablar con mi compañero de asiento. Hablamos de nuestras profesiones, de religión y, por último, de nuestra experiencia espiritual. Estaba impresionada con la trayectoria espiritual del joven, con sus conflictos personales y con su sinceridad. Se tomaba su relación con Dios muy en serio, reflexionaba sobre sus errores y buscaba dirección divina. Era una oveja errante buscando la guía del Pastor. Me sorprendió encontrarme a mí misma hablando con un hijo de Dios que estaba buscando al Señor.

Compartí con él mi propia conversión y lo animé a no darse por vencido. Al final me dio las gracias y me dijo que lo había ayudado mucho. Sin embargo, sentí como si yo hubiera sido la bendecida. Una vez más, Dios me recordó que él puede encontrar fe donde menos lo esperamos. En silencio, alabé a Dios por el recordatorio de que sus ovejas están en todas partes y que debemos ser conscientes de ello. También le pedí perdón por hacer juicios de valor, por haber llegado a conclusiones acerca de mi compañero basándome en las apariencias.

A la mañana siguiente, me bajé antes de la parada final. Mi joven compañero estaba durmiendo y no quise despertarlo. Le pedí a Dios que continuara guiando a aquel muchacho a la seguridad de su redil, al descanso y la paz. Y le di gracias por estar siempre dispuesto a hacerlo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario