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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Matutina de Jóvenes: Septiembre 7, 2016

APARIENCIA DE PIEDAD


Él no juzgará por la sola apariencia. (Isaías 11: 3)



Un hombre iba manejando plácidamente su automóvil en compañía de su esposa y de su suegra, cuando de repente un policía se colocó detrás de él. Al notar la presencia del guardia, se propuso
conducir con gran cuidado. No obstante, en el momento en que menos lo esperaba, el policía encendió las centellas y le ordenó detenerse.

Cuando el agente se le acercó, el conductor le dijo:
—Señor, ¿Por qué me detiene? No he transgredido ninguna ley. Como usted habrá notado he manejado prudentemente,

—Tiene toda la razón —comentó el agente—. Usted ha conducido su vehículo de un modo ejemplar; no lo estoy deteniendo porque haya cometido alguna irregularidad. Lo que sucede es que estamos premiando a los que manejan con prudencia, a los que respetan las leyes de tránsito, y su manera de conducir ha demostrado que usted es uno de ellos. Por tanto, me complace entregarle este premio de quinientos dólares.

El chofer, que no podía creer lo que estaba escuchando, lleno de emoción le dijo al policía:
—iGracias, Agente! ¡Usaré este dinero para pagar mi permiso de conducir, porque todavía no lo tengo!
La esposa, tratando de remediar la situación, vocifera:
—No le haga caso, señor agente; él habla tonterías cuando conduce bajo los efectos del alcohol.
Como el policía ya estaba listo para proceder al arresto, la suegra le puso la tapa al pomo, y prorrumpió:
—Yo sabía que este carro robado nos iba a dar problemas.

¿Te das cuenta? ¡Este personaje había hecho creer al policía que era un ciudadano ejemplar cuando, en realidad, era todo lo contrario.’ ¿Cuántos de nosotros caemos en el error de aparentar lo que no somos? La Biblia habla de individuos que «tendrán apariencia de piedad, pero negaran la eficacia de ella» (2 Timoteo 3: 5, RV95). Quizá podamos engañar a un policía, a un hermano o a un amigo, pero ¿Y a Dios? A él no lo podemos engañar.

La vida cristiana no se limita a dar la apariencia de que somos cristianos, va mucho más allá. El mismo Señor nos advierte «No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.>> (1 Samuel 16: 7), A propósito de eso, ¿Cómo está tu corazón?

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