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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Matutina de Adultos: Septiembre 21, 2016

HAZLO Y PUNTO – 1


«Después de esto, un ángel del Señor le dijo a Felipe: “Levántate y vete al sur, por el camino de Jerusalén a Gaza”. Este camino pasa por el desierto. Felipe se levantó y se fue; y en el camino se encontró con un hombre de Etiopía. Era un alto funcionario, tesorero de la reina de Etiopía». Hechos 8: 26, 27, DHH



A LA EMPRESA NIKE se le ocurrió el eslogan publicitario «¡Hazlo, y punto!». Tampoco es un mal consejo en lo referente a compartir tu fe con alguien. Felipe lo puso en práctica en medio de una
autopista de su época. También puedes hacerlo tú cuando practicas los siete principios de la forma de dar testimonio ocultos en su relato.

¿Te gustaría recibir tus órdenes de un ángel? Según destaca el texto de hoy, a Felipe sí. Pero no cabe sorprenderse de ello. Después de todo, de nuestros invisibles compañeros guardianes la Biblia enseña: «¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación?» (Heb. 1: 14, NVI).

Eso quiere decir que no hay ninguna experiencia de testimonio en la que estés solo. Me gusta la forma en que lo expresó John Stott: nunca olvides que la conciencia del otro está de tu parte. En otras palabras, cuando compartes con otros tu fe en Jesús o tu creencia en una verdad bíblica, recuerda que su ángel guardián está afirmando esa misma verdad en la mente o la conciencia de ellos. ¡Siempre tendrás un socio en tu misión para Dios!

¿Cuál es el primer principio de la forma de dar testimonio que surge del relato de Felipe y el alto funcionario etíope? Se encuentra en las palabras «Felipe se levantó y se fue».

Principio 1. Mantente abierto a la influencia del Espíritu. Que sea tu ángel o el Espíritu Santo no importa. Hay momentos cruciales en la vida cuando tu testimonio a otro ser humano será estratégico para el reino de los cielos. «Pero, ¿cómo puedo saber a ciencia cierta si ahora mismo es uno de esos momentos?». Pregúntate qué crees que quiere Jesús para ese individuo: ¿Que se salve o que se pierda? ¡Claro! «Podréis estimar el valor de un alma al pie de la cruz, recordando que Cristo habría entregado su vida por un solo pecador» (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 15, pp. 154, 155).

«Sí, pero, ¿Es este el momento adecuado?». Puede que seas uno de una larga fila de testigos que Dios use para abrir despacio, pero sin pausa, a esa persona a la influencia del Espíritu. «Pero, ¿Cómo sé que dar testimonio es realmente mi don?». Puede que no sea tu don, pero, ciertamente, es tu misión. ¿Te acuerdas de Hechos 1: 8? Dios no nos ha hecho a todos evangelizadores, pero nos llama a todos a ser testigos. Y, por vergonzoso, tímido o introvertido que seas, puedes seguir siendo el eslabón más estratégico en la divina cadena del oro de la salvación para esa persona.

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