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jueves, 1 de septiembre de 2016

Matutinas de Adultos: Septiembre 1, 2016

“¡EL GENERAL DOUGLAS MACARTHUR NO ESTÁ DE NUESTRO LADO!”


«Jesús se acercó y les habló diciendo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones”». Mateo 28: 18, 19



¿RECUERDAS LA PRIMERA VEZ que te tomaste en serio la Gran Comisión? ¡Qué bien me acuerdo yo! Ocurrió a orillas del bonito lago de montaña Nojiri, en Japón, uno de los lugares de
esparcimiento predilectos de los misioneros de todas las confesiones. Mi hermanito Greg y yo éramos íntimos amigos de otros dos hermanos adventistas, Doug y Dave Clark. Y en medio de nuestras dos cabañas en la ladera del monte estaban los Kelly, familia bautista del sur con dos chicos de nuestra edad. Y eso transformó a seis muchachitos estadounidenses en una brigada estival entregada a la diversión.

Salvo por un pequeño detalle. Los hermanos Kelly averiguaron que los adventistas éramos vegetarianos. Su fervor de jóvenes bautistas no tuvo límites: «Ustedes son vegetarianos: Comen comida de conejo. Ja ja ja ja ja ja». ¡Los cuatro chicos adventistas quedamos de piedra! Eso era a finales de la década de 1950, antes de que la ciencia corroborara las muchas ventajas de la «dieta original». Así que sencillamente tragamos saliva y aceptamos lo que nos decían nuestros colegas bautistas. Una y otra vez. Hasta aquel día inolvidable en que Doug Clark, el mayor de los cuatro niños adventistas, vino preparado y listo para la refutación. Cuando los hermanos Kelly volvieron a sacar el asunto a colación, Doug echó sus pequeños hombros para atrás y declaró: «¿Sabían ustedes que el general Douglas MacArthur es adventista del séptimo día?». ¡Aquellos ojos bautistas del sur casi se salieron de las órbitas! (Por entonces, MacArthur era un personaje famoso a ambos lados del Pacífico). «Es más —prosiguió Doug— ¡es vegetariano!». Tendrías que haber visto la cara de los niños. Bueno, ¡ni mis propios padres me habían informado de ese gran hecho! Pero era cuanto necesité para subirme al tren del evangelio: «Ja ja ja ja ja ja. MacArthur es adventista ¡y VEGETARIANO!». ¡Nunca me había percatado de que dar testimonio pudiera ser tan estimulante! Y tener tanto éxito. Porque aquellos amiguetes bautistas que teníamos nunca volvieron a sacar el asunto a relucir. Me encantó ganar una para Jesús.

Después supe que nuestra gran victoria para el evangelio se basó en un error pequeño pero muy significativo. El general MacArthur nunca fue adventista ni vegetariano. ¡Doug lo había confundido con el queridísimo y conocidísimo Tío Arturo de Las bellas historias de la Biblia!

Pero aunque la Gran Comisión no es una co-misión con ese general grande pero fallecido, es, ciertamente, una asociación co-misionera con el mayor Ser del universo, que tiene toda la autoridad y todo el poder que necesitamos para abrazar con alegría su misión. ¡Y ganar una para Jesús!

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