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sábado, 20 de agosto de 2016

Matutina de Menores: Agosto 20, 2016

NADA DE PAN DE LIS PIEDRAS


El respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Mateo 4:4.



Justo después de que Jesús fuera bautizado, el Espíritu de Dios lo llevó al desierto.

Necesitaba estar solo, para orar y prepararse para el gran trabajo de mostrar al mundo la verdad sobre

su Padre. Satanás había dicho que Dios era cruel y miserable; que se deleitaba en lastimar a la gente y verla sufrir. Así que, correspondía a Jesús demostrar la verdad sobre el amor de Dios. Tenía que prepararse para la lucha contra el enemigo.

Jesús ayunó por cuarenta días. No sentía necesidad de comida. Por medio de la oración y la meditación, estaba escondido con Dios y elevado por encima de cualquier debilidad. Pero al final del tiempo, la gloria partió y fue dejado en solitario, hambriento y muy débil.

Ahora era la oportunidad de Satanás. El diablo ama tentamos en nuestros momentos débiles. Mientras Jesús estaba creciendo en Nazaret, Satanás lo había tentado y molestado, y ahora venía armado con toda la malvada astucia de que era capaz. Satanás había estado en el Jordán cuando Jesús fue bautizado y lo había seguido hasta el desierto. Sabía exactamente cuándo atacar. De pronto se le apareció como ángel de luz, justo como si hubiese venido directo del cielo, en respuesta a sus oraciones.

“Si realmente eres el Hijo de Dios, ¿por qué no haces que estas rocas se conviertan en pan?”, preguntó. Satanás estaba sugiriendo que, como Jesús se veía tan desgastado y cansado, quizás fuera un ángel caído. Si Jesús realmente era quien decía ser, ¿por qué no convertía esas piedras en pan, y para saciar su hambre? Como el diablo había comenzado la frase con la palabra “Si”, Jesús supo que este ángel brillante era, en realidad, Satanás. Ese “Si” sugería una duda; y el diablo trabaja con las dudas. Pero aun así, Jesús miró esas rocas y realmente se veían como pedazos de pan; y estaba muy hambriento. En un momento podía dar la orden, y se convertirían en un delicioso pan, recién horneado.

Pero Jesús nunca realizó un milagro para satisfacerse a sí mismo; todo lo que hizo fue para alguien más.

Entonces Jesús citó aquellas palabras que él mismo había dado a Moisés muchos siglos antes: “El hombre no vive solo de pan, sino de la Palabra de Dios”. Si estamos dispuestos a poner a Dios primero en nuestras vidas y a hacer lo que él dice, entonces nunca tendremos que preocuparnos por la comida o alguna otra cosa.

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