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viernes, 19 de agosto de 2016

Matutina de Menores: Agosto 19, 2016

SEÑAL DEL CIELO


Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Mateo 3:16.



La predicación de Juan se extendió a través de todo el territorio como fuego en la pradera. Todos estaban hablando sobre esto.


En Nazaret, Jesús también oyó las noticias. Reconoció el cumplimiento de la profecía y supo que su tiempo había llegado. Guardando las herramientas de carpintería, cerró el negocio. Dijo adiós a su madre y se dirigió hacia el sur, para encontrar a Juan.

Aunque Jesús y Juan eran primos, nunca antes se habían encontrado. Dios lo había ideado de esa manera, para que nadie pudiera decir alguna vez que juntos tenían algún acuerdo secreto. El Señor había dicho personalmente a Juan que el Mesías vendría a él para ser bautizado, así que, diariamente observaba a las multitudes.

Un día, Juan levantó la vista y vio a Jesús que venía. Nunca, en toda su vida, había encontrado a alguien que llevara consigo tal atmósfera de pureza. La gente había ido a él con todo tipo de malos hábitos, y nunca había visto a alguien que tuviera tanta bondad a su alrededor. Juan dijo al pueblo que alguien estaba viniendo, cuyas sandalias no era siquiera digno de atar. ¡Ahora estaba aquí, pidiendo ser bautizado por él! Juan sacudió su cabeza: “Yo necesito que me bautices, ¿y tú vienes a mí?”

”for favor”, instó Jesús, “quiero que lo hagas así porque de esta manera cumpliremos todo lo que

Dios quiere”.

Jesús no fue bautizado como pecador; vino para mostrarnos un ejemplo de los pasos que tenemos que tomar. Cuando salió del agua y se arrodilló a la orilla del río para orar, Dios mismo respondió. El cielo sobre Jesús se abrió, y justo sobre su cabeza apareció una forma como de paloma, de luz pura y brillante. Luego, se oyó una voz del cielo que dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:17).

Dado que Jesús vino a mostrarnos el amor de Dios, aquella señal es para nosotros, también. “La luz que cayó por los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre nosotros mientras oremos para pedir ayuda con que resistir a la tentación. La voz que habló a Jesús dice a toda alma creyente: ‘Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento’” (El Deseado de todas las gentes, p. 87).

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