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lunes, 15 de agosto de 2016

Matutina de Menores: Agosto 15, 2016

DUDAS Y UN SACERDOTE MUDO


Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios… ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo. Lucas 1:19,20.



Mientras Jesús estaba creciendo discretamente en Nazaret, su primo Juan estaba pasando sus años de juventud en el desierto de Judea. Jesús era el Salvador prometido hacía tanto tiempo, y Juan estaba destinado a ser su predecesor, que prepararía al pueblo para recibirlo. El nacimiento de Juan también había ocurrido bajo circunstancias inusuales.

Un día, antes de que cualquiera de estos niños naciera, el padre de Juan, Zacarías, estaba ofreciendo incienso en el Templo. Como sacerdote, había sido elegido para este importante deber, que duraba una semana. Mientras estaba de pie delante del altar de oro, miró hacia arriba y vio a Gabriel, el ángel más importante en el cielo, junto al altar. Por supuesto, esto no ocurría todos los días, y Zacarías se quedó con la boca abierta. El sacerdote estaba tan asustado que no notó que Gabriel estaba de pie hacia el lado derecho del altar, lo que indicaba el favor de Dios.

Por muchos años Zacarías había estado orando por un hijo y por la venida del Salvador, y ahora Dios respondió a sus oraciones enviando al mejor mensajero del cielo, con un anuncio importante.

“No tengas miedo”, lo tranquilizó Gabriel. “¡Tus oraciones son respondidas! Tu esposa, Elisabet, dará a luz un hijo y llamarás su nombre Juan”.

Luego, Gabriel le explicó cuidadosamente que este niño prepararía al pueblo para la venida del Mesías.

Zacarías no podía creerlo. ¿Cómo podían él y su esposa ser padres, cuando ya habían pasado la edad de jubilarse?

Como dudó de las palabras de Gabriel, no sería capaz de hablar por un tiempo. No podría decir ninguna otra palabra hasta que la promesa se cumpliera.

Afuera, la congregación que lo esperaba comenzó a preocuparse. Por lo común, no le tomaba mucho tiempo al sacerdote llevar a cabo su deber, y luego salía y los bendecía. Finalmente, cuando Zacarías apareció supieron, por el aspecto radiante de su rostro, que algo había ocurrido adentro. Con su rostro resplandeciente, Zacarías intentó hablar… pero no pudo emitir ningún sonido.

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