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miércoles, 6 de julio de 2016

Matutina de Menores: Julio 6, 2016

ENFRENTANDO AL RUIDOSO FANFARRÓN


Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo… con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas. 2 Crónicas 32:7,8.



Estas fueron las palabras del rey Ezequías al pueblo de Judá, cuando el poderoso ejército asirio estaba en marcha. Hablando con seguridad, Ezequías intentó volver la atención del pueblo al Dios del cielo,
en quien podían confiar en tiempos de emergencia nacional.

La hueste pagana había capturado Samaria y tomado cautivas a las diez tribus del norte de Israel. Mientras tanto, Ezequías había hecho todo lo humanamente posible a fin de prepararse para el ataque.

Había reforzado los muros y las torres de la ciudad de Jerusalén para protección, y había fabricado lanzas y escudos para su ejército. Después, hizo que sus hombres taparan todos los manantiales que estaban fuera de la ciudad, para dificultar al enemigo la obtención de agua para beber. Esto también desvió el agua a su nuevo túnel en Siloé, que corría a 1.775 pies [541 m] bajo tierra, en la ciudad.

Pero aun con todos los preparativos que había hecho, sabía muy bien que sin la protección divina Jerusalén podía llegar a no permanecer en pie delante de las fuerzas asirías.

Finalmente, llegó la tormenta tan largamente esperada. Los asirios dividieron sus fuerzas en dos ejércitos, uno rumbo al sur, para cortar el camino al ejército egipcio, y el otro para rodear y atrapar a Jerusalén. Ahora, la única esperanza de Judá estaba en su Dios.

Senaquerib, el rey asirio, envió a uno de sus principales oficiales a encontrarse con una delegación de hebreos fuera del muro de Jerusalén. Arrogante y de hablar severo, el rabsaces exigió a todo volumen que la ciudad se rindiera sin una pelea.

Los representantes de Ezequías solicitaron al rabsaces que hablara en idioma sirio, en lugar del judío, de manera que aquellos que estaban sobre el muro no oyeran las terribles palabras del enemigo. Despectivamente, el rabsaces gritó aún más fuerte, de manera que todos pudieran oír.

“No permitan que Ezequías los engañe, porque no será capaz de liberarlos. Ni permitan que Ezequías los haga confiar en el Señor. Ninguno de los dioses de las naciones han sido capaces de liberarlos del rey de Asiria”, fanfarroneó en voz alta.

Era verdad, Ninguna nación había sido capaz de hacer frente al ejército asirio, los hebreos no respondieron al rabsaces. y regresaron tristemente para dar el informe al rey.  la hora de orar: un momento de probar su fe frente a aterradoras probabilidades.

#MatinaDeMenores

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