Buscar...

viernes, 8 de julio de 2016

Matutina de Adultos: Julio 8, 2016

LA COMUNIDAD DEL BESO RETORCIDO


«Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo».Gálatas 6: 2



EL CIRUJANO RICHARD SELTZER cuenta el inolvidable relato en su libro Mortal Lessons: «Me encuentro junto a la cama en la que yace una mujer joven, cuyo rostro refleja que acaba de ser
operada, con la boca retorcida en parálisis, como de payaso. Un minúsculo ramal del nervio facial, el que va a los músculos de su boca, ha sido amputado. Ese será el aspecto que tenga en lo sucesivo. El cirujano había seguido con fervor religioso la curva de la carne de la mujer, lo prometo. No obstante, para extirpar el tumor de su mejilla, tuve que cortar ese nerviecillo.

»Su esposo se encuentra en la habitación. Está de pie al otro lado de la cama, y juntos parecen ensimismados a la luz de la lámpara, encendida al anochecer, aislados de mí. ¿Quiénes son —me pregunto— él y esta mueca que he creado, que se cruzan las miradas y se tocan tan generosamente, con tanta avidez? La joven habla: “¿Siempre tendré así la boca?”. “Sí”, digo yo. “Es porque el nervio fue cortado”. Asiente con la cabeza y queda en silencio. Pero el joven sonríe. “Me gusta”, dice. “Resulta coqueto”.

»De inmediato sé quién es. Comprendo, y bajo la mirada. Uno no es osado en un encuentro con un dios. Sin importarle mi presencia, se inclina para besar la boca torcida de su mujer, y estoy tan cerca que puedo ver cómo retuerce sus propios labios para acomodarlos a los de ella, para demostrarle que su beso sigue funcionando» (en Brennan Manning, The Ragamuffin Gospel, pp. 105, 106).

¿No es una historia preciosa? ¿Podría ser que eso sea lo que hemos sido llamados a ser: la comunidad del beso retorcido? ¿Retorcer nuestra vida, regular nuestro corazón, amoldar nuestros abrazos para atraer a aquellos que, en su amargura, anhelan que alguien se fije en ellos y ser abrazados y amados?

«Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo». ¿Qué ley? Sin duda, Pablo evoca el segundo gran mandamiento del Salvador: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mat. 22: 39). Porque, en última instancia, ¿qué, si no, puede significar sobrellevar los unos las cargas de los otros? ¿No es la ley de Cristo convertirte en el guardián de tu hermano y de tu hermana? ¿No es la voluntad de Cristo que lleguemos a ser una comunidad real candente conocida por doquier (o, al menos, al otro lado de la ciudad) por la forma en que determinamos amar a los moralmente retorcidos, a los social y espiritualmente doblados? Cumplir la ley de Cristo, ¿no significa, de hecho, que los elegidos deben llegar a ser más que simplemente una comunidad de fe; que debemos convertirnos también en una comunidad de carne y sangre de amor de carne y sangre vivido en el mundo retorcido en el que Dios nos ha puesto? La comunidad del beso retorcido. Después de todo, así nos amó él primero.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario