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lunes, 27 de junio de 2016

Matutina de Menores: Junio 27 , 2016

ULTIMA LECCIÓN ANTES DE MORIR


Pero Dios redimirá mi vida del poder del Seol, porque él me tomará consigo. Salmo 49:15.



Eliseo había dedicado muchos años de su vida a ser profeta de Dios.

Dios había hecho su ministerio tan efectivo y había hecho que fuera tan influyente que, aun cuando
ya estaba viejo y enfermo, el joven y malvado rey Joás lo visitó. Aunque este joven impío no merecía ser rey y estaba desesperadamente necesitado de consejo, Eliseo no lo abandonó.

“En su providencia, Dios ofrecía al rey una OPORTUNIDADde redimir los fracasos pasados y de colocar a su reino en posición ventajosa” (Profetas y reyes, p. 195).

Los sirios habían tomado control del territorio este del Jordán, y Dios quería que Israel lo recuperara. Eliseo pidió a Joás que abriera la ventana que daba al este. Luego, pidió al Rey que trajera sus arcos y flechas. El Rey preparó una flecha, y el anciano profeta puso sus manos sobre la mano del Rey.

El Rey disparó, y la flecha salió a toda velocidad por la ventana hacia Galaad, el territorio retenido por el enemigo.

“Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria”, dijo Eliseo (2 Reyes 13:17). Quería que Joás confiara en el Señor para expulsar al enemigo.

“Ahora, toma las flechas”, indicó Eliseo, “y golpea la tierra”.

Joás tomó las flechas que quedaban y golpeó el piso tres veces. Eliseo sacudió su cabeza: Joás se había detenido demasiado pronto. Tendría que haber sido más entusiasta.

“¡Tendrías que haber golpeado cinco o seis veces!”, exclamó Eliseo. “Entonces, habrías vencido a Siria hasta aniquilarlos. Ahora los vencerás solo tres veces”.

Cuando Joás se fue, la vida de enseñanza de Eliseo había llegado a su fin. Para él, no hubo un viaje emocionante al cielo en un carro de fuego; en lugar de ello, tuvo una muerte lenta y prolongada.

Sin embargo, Eliseo nunca se quejó. Se aferró firmemente de su fe. Sabía que los mismos ángeles que habían estado a su lado en Dotan estaban cerca de él ahora. S«J confianza en el Señor era firme y. cuando finalmente cerró sus ojos al morir, estaba convencido de que llegaría el día cuando Jesús lo recibiría en gloria: él se reuniría con Ellas, su amigo cercano, y estaría para siempre con su Dios.

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