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sábado, 18 de junio de 2016

Matutina de la Mujer: Junio 18, 2016

Ríe, y sé feliz


«No hay mejor medicina que tener pensamientos alegres» (Prov. 17: 22, TLA).



LA VIDA está llena de realidades durísimas; la gente sufre, y mucho. Tarde o temprano, el dolor se cruza en nuestro camino y, quizás por eso, hemos decidido llevar el peso de tanta gravedad sobre
nuestros hombros mostrando un rostro circunspecto, hablando de forma seria, riéndonos poco o nada, pues qué podría elevarse por encima de tanto pesar. Para muchos cristianos, la alegría puede ser sinónimo de frivolidad, a pesar de que, hace más de dos mil años, el sabio Salomón afirmó que «no hay mejor medicina que tener pensamientos alegres» (Prov. 17: 22, TLA). ¿Por qué? Él mismo dio la respuesta: porque «cuando se pierde el ánimo todo el cuerpo se enferma».

No es nada nuevo esa enfermedad llamada depresión, y la mejor medicina para prevenirla y combatirla es la alegría. Que la risa tiene poderes curativos incluso la medicina moderna lo promulga, aunque no fueron los médicos quienes sacaron a la luz esta verdad escondida. En 1964 el escritor Norman Cousins descubrió que tenía una enfermedad terminal. En lugar de echarse a morir, decidió responsabilizarse de su proceso de curación y diseñó un programa diario de emociones positivas. La risa debía ser la parte principal del proceso, aunque él mismo se preguntaba: ¿Cómo puede uno reírse cuando le acaban de decir que va a morir? Pero se rió, y mucho, a través de libros, películas y personas simpáticas. Cuando escribió sobre su experiencia, afirmo: «Diez minutos de risa genuina al día son una gran anestesia contra el dolor».*

Estudios posteriores han demostrado que la teoría bíblica de que la alegría es la mejor medicina” tiene un fundamento psicológico real. Así que, ¿por qué habríamos de perdernos los beneficios de una prescripción tan barata y recetada por el gran Médico? Con ella podemos combatir el estrés, mejorar nuestras relaciones, aliviar el dolor, aumentar nuestra felicidad y gozar de una inmejorable circulación sanguínea. No digo que nos convirtamos ahora en payasas, que nos riamos de todo, o que busquemos cualquier manera de generar risa a costa del buen gusto, la madurez o la pureza cristianas. Lo que digo es que hagamos de la risa sana y de la alegría compatible con los buenos principios de la moral una prioridad en nuestra vida.

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