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viernes, 6 de mayo de 2016

Matutina de Jóvenes: Mayo 6, 2016

¡SÍ, SE PUEDE!


“¡Si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros!”. Romanos 3:31



Has oído el eslogan “¡Sí, se puede; sí, se puede!”? Barack Obama lo popularizó durante su campaña a la presidencia de los Estados Unidos en 2008. • Pero el primero en utilizar dicha frase como agente de
cambio social fue César Chávez, un agricultor de origen mexicano y defensor de los campesinos latinos que trabajaban en los campos estadounidenses. Su lucha pacífica logró que mejoraran las condiciones salariales, migratorias y laborales de los agricultores. El impacto de su lucha queda manifiesto en que su natalicio, el 31 de marzo, es un día festivo en California desde el año 2000. Don César demostró que ¡sí, se puede!

No obstante, creo que antes del señor Chávez, en la Biblia tenemos un contundente ejemplo de un “sí, se puede”. Lo encontramos cuando el pueblo de Israel se hallaba en las fronteras de la Tierra Prometida, a un paso de conquistarla. Dios ordenó que se enviara a doce “hombres de autoridad entre los israelititas” a explorar la tierra (ver Números 13). Después de explorar durante cuarenta días, este fue el informe que presentaron: “Fuimos a la tierra a la que nos enviaste. Realmente es una tierra donde la leche y la miel corren como el agua, y estos son los frutos que produce. Pero la gente que vive allí es fuerte, y las ciudades son muy grandes y fortificadas. Además de eso, vimos allá descendientes del gigante Anac” (vers. 27, 28).

Al oír esto, el pueblo comenzó a desanimarse, a reclamar, a quejarse; entonces aparece Caleb, que los manda a callar y, sin mucha palabrería, declara: “¡Nosotros podemos conquistarla!” (vers. 30). Por supuesto, ese “nosotros” que menciona Caleb no se limitó a los hombres del pueblo, sino que incluía al pueblo y al Dios del pueblo. Caleb creía que se podía conquistar la tierra, porque confiaba en el Dios que ya había dicho que sí se podía conquistar (ver Deuteronomio 1:21). Mientras que otros espías fijaron su atención en los gigantes, Caleb se centró en el Dios que podía derrotar a los gigantes. ¿No crees que nos vendría bien imitar a Caleb y, en lugar de ver los problemas, fijar nuestra mirada en ese Dios todopoderoso? Con Cristo podemos decir: ¡Sí, se puede!

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