Buscar...

lunes, 9 de mayo de 2016

Matutina de Adultos: Mayo 9, 2016

ATRAGANTARSE CON UN CAMELLO – 3


“En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos 1 Juan 3:16



HACE UNOS AÑOS, la revista USA Weekend publicó un artículo de portada sobre dos iglesias bautistas de Saint Paul, Minnesota, una negra y otra blanca. Es el relato de un amor que vence a las
diferencias culturales y raciales. No es una historia sobre la integración racial. Es, más bien, un maravilloso relato sobre la reconciliación racial. Y existe una diferencia: “La reconciliación racial no es lo mismo que la integración. Esta última elimina las barreras formales, fundamentalmente leyes, que separan a la gente, pero deja intactas las imágenes, las creencias y las barreras culturales de siglos que dividen a la gente: los muros de kilómetros de altura que tenemos en el corazón y en la mente. En la reconciliación racial, los individuos luchan conscientemente por superar el legado de racismo, forjando en primer lugar vínculos genuinos con al menos una persona de una raza diferente” (10-12 de septiembre de 1999, p. 6).

¿Te has fijado? El llamamiento de la reconciliación racial es que cada uno nos convirtamos en un comité unipersonal y busquemos forjar “vínculos genuinos con al menos una persona de una raza diferente”. Debe de haber alguien donde vives, donde trabajas, donde estudias, donde juegas que pudiera ser la persona con la que forjes una amistad nueva y genuina. ¿Sencillo? No. Nuestro texto de hoy llega a sugerir que, a veces, es cuestión de renunciar a nuestra vida en pro de tan radical amor por un hermano. No es fácil, pero resulta del todo esencial: el tipo de amor del propio Jesús, capaz de eliminar divisiones, es prueba suficiente.

¿Podemos cambiar a una denominación entera? Quizá no. Aunque si un número suficiente de los elegidos se preguntase en voz alta sobre la necesidad de seguir teniendo congregaciones o asociaciones “separadas pero iguales”, ¿no crees que el Espíritu de Cristo podría repetir la historia de Saint Paul una y otra vez por todos los Estados Unidos? Si nadie ha oído hablar de los Automóviles Ford Negros y Automóviles Ford Blancos, ¿por qué existe tal diferenciación entre los elegidos? Todo lo que hace falta es un único impulsor dispuesto a forjar vínculos genuinos de amistad “con al menos una persona de una raza diferente”. Porque, aunque puede que no seamos capaces de cambiar toda una comunidad de fe o ni siquiera una congregación entera, podemos, a pesar de todo, llegar a ser los impulsores del amor yendo de ser humano en ser humano, ¿no?

¿Podría ser esa la razón misma, para empezar, por la que tú y yo fuimos elegidos? Entonces, ¡vivamos nuestro divino destino con pasión y amor como hizo Jesús!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario