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lunes, 23 de mayo de 2016

Matutina de Adultos: Mayo 23, 2016

LA BIENAVENTURANZA CENTRAL


“Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia”. Mateo 5:7



CORRÍA EL MES de marzo de 1935, y el caballero de 77 años yacía muriendo de cáncer en el Glendale Hospital de Los Ángeles. El corazón de aquel agotado y desgastado guerrero de la fe estaba
turbado, porque sabía que había habido un distancia- miento entre él y otro veterano líder de la fe. Antes de fallecer, debía arreglar las cosas. De modo que el moribundo, Arthur Grosvenor Daniells, presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día hace un siglo, envió un mensaje apresuradamente. Pronto, Willie White, hijo de Elena de White y secretario del Patrimonio White, estaba sentado a la cabecera de la cama de Arthur. G. Daniells.
Bert Haloviak, responsable de la oficina de archivos de la iglesia, pasó a limpio, en la Adventist Review del 27 de marzo de 1997, esta porción de la conversación subsiguiente que mantuvieron:

“ White: ‘Anhelo el momento en que podamos sentarnos juntos, como solíamos, para hablar del avance de la obra de Dios’.
“Daniells: ‘Hermano White, permítame que tome su mano [… |. No le he prestado muy buen servicio’.
“White: ‘Oh, no piense en eso. Piense en lo que hicimos cuando trabajábamos juntos’.
“Daniells: ‘Sí, [… ] encontramos algunos principios inmortales, sentados en cubierta de aquel viejo vapor. […] Yo quería que mi mano apretase la de usted como uno de mis amigos más verdaderos en la tierra’.
“Cuando terminaba la visita, Daniells dijo a su colega que sabía que había cometido errores en su liderazgo, pero que se regocijaba de haber estado estrechamente ligado con el mayor personaje que había vivido en la era moderna:
Elena G. de White.

“Dos días después, Daniells falleció”.
“Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia”. Algo de misericordia puede llegar muy lejos, ¿no crees? Incluso hasta el umbral de la muerte. No es de extrañar que, de las nueve bienaventuranzas del Sermón del Monte en Mateo, sea esta la que se encuentre en medio, constituyendo un imponente centro de atracción a la presentación de los elegidos por parte de Jesús. Porque, ¿qué podría tener más semejanza con su Maestro que el que los elegidos se tuvieran mutua misericordia?
La madre de Willie White tenía razón: “Y en la hora de necesidad final, los compasivos se refugiarán en la misericordia del clemente Salvador y serán recibidos en las moradas eternas” (Así dijo Jesús [El discurso maestro de Jesucristo], cap. 2, p. 47). ¡Misericordia para los misericordiosos incluso más allá de la muerte!

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