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viernes, 22 de mayo de 2015

Matutina de la Mujer: Mayo 22, 2015

Sanidad emocional, por la gracia de Dios


“Sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen” Salmo 6:2



Viví mi infancia en un barrio pobre del sur de Colombia. Mi madre era una católica practicante, cabeza de familia, pues se había separado de mi padre cuando estaba embarazada de mí. Dios le mostró a través de un sueño que debía unirse a la Iglesia Adventista.

Todos los sábados íbamos a la iglesia. Vi en muchas ocasiones la mano de Dios, que alimentaba y cuidaba a mi familia. Pero también Satanás se oponía. Cuando yo tenía ocho años, un vecino abusó de mí.

Cuatro años después, quien decía ser un buen amigo de mi familia aprovechó su cercanía para abusar también de mí. Todo esto hizo que yo dejara de valorar mi cuerpo y, como consecuencia, empecé a tener relaciones sexuales a temprana edad. Salí de mi casa para mantenerme sola. Contendí con el Señor, echándole la culpa de mi comportamiento por haber permitido que personas adultas dañaran mi vida en mi niñez. Sin embargo, él tenía un salvavidas para lanzarme en medio de la tormenta.

Pasados varios años, quedé embarazada del hombre que actualmente es mi esposo, Llegó a mi vida como la boya que Dios tuvo que utilizar para enderezar mi senda. Con cuarenta días de embarazo, puse mis manos en mi vientre y le pedí a Dios que cuidara de mi bebé y me permitiera verlo crecer para su honra y gloria. Supliqué perdón por mi comportamiento y la ira que me destrozaba. La curación fue un proceso largo y gradual, pero mis heridas emocionales se sanaron, por la gracia de Dios.”

Mis hermosas hijas han crecido en el temor a Jehová, y en el servicio a Dios y la sociedad. Actualmente soy líder en una iglesia adventista, y dirijo un grupo de apoyo espiritual en una sociedad sin fines de lucro. Visito hogares en una comunidad con población vulnerable para hablarles de Jesús.

Agradezcamos a Dios por la promesa de un hogar celestial, cuando ya no habrá más dolor ni lágrimas. Entonces se borrarán de nuestra mente los malos recuerdos y descansaremos para siempre en los brazos de nuestro amado Jesús.

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