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lunes, 4 de mayo de 2015

Matutina de Jóvenes: Mayo 4, 2015

Un Dios que no te abandona


Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Génesis 3:8, 9.
He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Génesis 28:15.


Una de las sensaciones que a veces puede ensombrecer tu relación con Dios es el sentimiento de que él te abandona, te desampara, cuando haces algo indebido, o por causa de tus defectos de carácter, de tus luchas espirituales, de tus conflictos emocionales o incluso de los conflictos en tu relación con él.

Jacob, luego de engañar a su padre para obtener la primogenitura, usurpando así la posición de su hermano, y perseguido por él por esta misma razón, en medio de su fuga, agotado, angustiado, temeroso y lleno de un sentimiento de culpa y condenación, con la sensación de que ya no podía contar con el favor y la protección de Dios, se queda dormido en un paraje, y usa una piedra como almohada. En la noche, Dios se revela a él en un sueño en el que hay una escalera cuyo extremo inferior toca el suelo y el superior llega hasta el cielo, y los ángeles suben y descienden por ella (ver Gén. 28:10-22).

En ese sueño, Dios hace algo asombroso: en vez de ponerse a reprocharlo, a gritarle, a retarlo y condenarlo por las maldades que ha cometido al tomar ventaja de la ausencia de su hermano y de la vejez de su padre, empieza a darle una serie de promesas de protección, auxilio, ayuda y compañía incondicional (vers. 13-15), como las que aparecen en el versículo de reflexión para hoy. En otras palabras, Dios le dice: “Jacob, yo sé lo que estás sintiendo: culpa, condenación y desamparo. Pero, a pesar de lo que hiciste, sigues siendo mi hijo, y tengo un plan maravilloso para tu vida. Y, no importa cuánto falles, cuán débil y pecaminoso seas, voy a insistir contigo, no te voy a abandonar, sino que voy a ‘porfiar’ hasta que mi propósito se cumpla en tu existencia. Voy a protegerte y a prosperarte, porque te amo”.

Querido joven, no importa cuál sea tu condición o tu situación presente, este Dios de Jacob, lleno de gracia y amor, también quiere ser tu Aliado, tu Compañero y tu protección mientras transites por los senderos inciertos de esta vida.

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