Buscar...

martes, 31 de marzo de 2015

Matutina de Menores: Marzo 31, 2015

Hospital para zapatos


Experimenta: ¿Alguien te ha dicho que tu carácter ha cambiado últimamente?

 La señora Pérez leyó el letrero recién pintado: «Hospital para zapatos. Traiga sus zapatos más feos y se los dejamos como nuevos». Recordó ese par de zapatos desgastadas que todavía usaba, aunque uno tenía un agujero en la suela’ y el otro tenía desgastado el tacón. Su esposo se había quedado sin empleo debido a su edad y vivían con lo que ella ganaba de vender los huevos de sus gallinas, así que no podía comprarse zapatos nuevos.

Fue a buscar el viejo par de zapatos. Antes de salir, oró a Dios y pidió que en el hospital de zapatos aceptaran una docena de huevos frescos a cambio de la compostura. El amable hombre que la atendió observó cada zapato y anotó, en lo que quedaba de la suela de cada uno, lo que era necesario hacer. Luego dijo a la señora que por la inauguración del negocio había una promoción: el primer par de zapatos del día recibiría el trabajo completamente gratis. Ella era la primera persona en llegar esa mañana.

Cuando regresó por los zapatos y vio cómo habían quedado, se asombró. ¡No parecían aquellos viejos zapatos y todo había sido gratis! Ni siquiera había tenido que ofrecer la docena de huevos a cambio. ¡Simplemente no lo podía creer!

No solamente se descomponen los aparatos del hogar y los zapatos; también nuestro carácter sufre desperfectos. Si has cambiado, no te preocupes, la buena noticia es que Dios tiene un taller donde puede reparar tu mal carácter cuando quieras. Un día se lo arregló a un hombre llamado Pablo, que era muy malo y perseguía a los cristianos. Dios lo tomó en sus manos y el carácter de Pablo quedó como nuevo.

Dios te ama tanto que puede hacer lo mismo contigo, sin importar qué tan descompuesto esté tu carácter. Solamente dale permiso: deja que te transforme y serás una nueva persona.

«A pesar de que yo antes decía cosas ofensivas contra él, lo perseguía y lo Insultaba. Pero Dios tuvo misericordia de mí, porque yo todavía no era creyente y no sabía lo que hacía» (1 Timoteo 1:13)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario