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lunes, 23 de febrero de 2015

Matutina de Jóvenes: Febrero 23, 2015

Jesús, el Hombre modelo


Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Juan 13:15.



En la educación moral, las reglas son importantes; las normas morales, también. Pero lo que realmente tiene poder sobre la conducta es la influencia de un buen ejemplo. No necesitamos tanto instrucción o prescripciones morales como inspiración: ser conmovidos moral y emocionalmente por el ejemplo de alguien de elevadas virtudes.

En este sentido, hay un Ser cuyo ejemplo es inigualable: Jesús. Él es EL HOMBRE, con mayúsculas; el Hombre modelo; aquel que reúne en su persona todas las virtudes y las bondades a los que nuestros más altos ideales éticos pueden aspirar.

El apóstol Pedro nos dice esto con respecto a la perfección moral de nuestro Señor Jesucristo: “Sabiendo que fuisteis rescatados… con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación… porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo… el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (ver 1 Ped. 1:18, 19; 2:21, 22).

No hubo ser sobre la Tierra que haya sufrido el acoso diabólico con tanta fuerza como Jesucristo. Sin embargo, ni las presiones diabólicas, ni las presiones sociales, ni el cansancio, ni el hambre, ni la persecución, ni el odio, ni la envidia ni la violencia de los hombres pudieron lograr que él se inclinara a hacer lo malo o le impidieran hacer el bien que su conciencia le dictaba. No se dejó guiar por la conveniencia o la comodidad personal, sino que vivió para ayudar y bendecir a otros. Sus pensamientos, sentimientos, palabras y acciones eran libres de egoísmo y maldad; y tal era la fuerza de su amor que vivió trabajando intensamente para beneficiar a los demás como la gran vocación de su vida.

Y, finalmente, no hubo otra persona en la historia que, pudiendo evitarse a sí misma tanto dolor y sufrimiento como los que padeció, haya soportado tanto por amor no solo a quienes lo apreciaban y querían, sino también a sus enemigos, a los mismos que lo torturaban.

Haz hoy de Jesús el mayor motivo de tu inspiración e imitación, y verás que, poco a poco, tu carácter se irá transformando a su semejanza, para ser tan puro y noble como él.

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