Matutina de Menores: Enero 30, 2015

Remedio contra el alzamiento

Experimenta: ¿Alguna vez has sentido que te ahogas en un problema?

Andrea decidió hacer el viaje en velero que tanto había soñado.

Todo era perfecto. Nunca antes había intentado pero animada por sus amigos y con el permiso de sus padres, metió los pies en agua tibia y siguió las instrucciones: «¡Mantén el equilibrio, Andrea!».

Los primeros metros de viaje sobre las aguas del mar resultaron emocionantes. Parecía tan fácil navegar el velero. Hasta que se alejó un poco más de la orilla. De repente oyó un ruido muy fuerte y sintió cómo su cuerpo se hundía rápidamente. No se había dado cuenta de que el viento la había llevado hasta la zona en que las olas rom­pían entre las piedras. La fuerza del golpe partió el velero en dos y Andrea se enredó en las velas dentro del agua. Una angustia horri­ble la hizo pensar que jamás podría salir. En su corazón, oró a Dios con todas sus fuerzas: «¡Señor, ayúdame!».

Antes de que dijera «amén», un brazo la tomó con firmeza de la ma­no y la sacó de un tirón. Era un hombre fuerte que la cargó hasta la orilla de la playa. Se despidió de ella y se fue caminando por la arena. En ese momento aparecieron corriendo la familia y los amigos de Andrea junto con el salvavidas, quien dijo nunca haber visto a aquel otro hombre. Andrea está segura de que Dios envió a ese hombre a sacarla del agua.

Tu vida y la mía son como un viaje en un frágil velero. Sabemos que debemos mantener el equilibrio, pero muchas veces no sabemos cómo. Cuando nos distraemos, como Andrea, pensando que todo va muy bien, chocamos con un maestro, nuestros padres, uno de nuestros hermanos, una mala nota en matemáticas o las consecuencias de una travesura. Sentimos que nos hundimos sin alguien que pueda ayudamos.

Cuando sientas que ya no puedes, ora a Dios. Pide ayuda con todo tu corazón y él sin duda te ayudará con su brazo poderoso.

Dios me tendió la mano desde lo alto, y con su mano me sacó del mar inmenso (Salmos 18:16)