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viernes, 9 de enero de 2015

Matutina de Jóvenes: Enero 9, 2015

Necesitamos un Héroe con mayúscula


Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas, el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca. 1 Pedro 2:21, 22.



¿Has notado la devoción que solemos tener por ciertos personajes de la historia o de la actualidad? Nos fascinan ciertos políticos, militares, científicos, artistas, deportistas y predicadores.

También solemos admirar desde la infancia, y aun cuando crecemos, algunos familiares, amigos, docentes o conocidos.

Todos necesitamos de los héroes. Ellos nos proporcionan la esperanza de que no todo está perdido, de que se puede aspirar a ser mejores, por encima de la mediocridad y las miserias humanas.

La psicología nos dice que, en gran medida, la personalidad se forma mediante identificaciones. Todos quisiéramos que existiera una persona ideal, que reuniera en si misma lo más noble, virtuoso, bondadoso y simpático, de tal manera que nos deleitáramos en su presencia y gozáramos de su amistad. Pero a medida que crecemos, que maduramos y nos enfrentamos con la realidad, vamos descubriendo cuán falibles somos los seres humanos, y que no existe un ser humano perfecto.

Solo el Ser absoluto, creador del cielo y de la tierra, encierra en su Persona divina todo lo bueno, noble, puro, perfecto, valeroso y santo que pueda existir en el universo. Y Jesús, ese ser infinito en amor y bondad, decidió compartir nuestra suerte, hacerse hombre, atravesar por la experiencia de ser una persona como tú y como yo. Y luego de haber vivido una existencia impecable y heroica, hasta los límites insondables de la prueba humana, se puso a la cabeza de la humanidad como el Hombre modelo, el Dechado sublime que nos muestra lo que debe llegar a ser la humanidad, y lo que puede llegar a ser por su gracia y por la imitación de su carácter.

Si tienes hondas aspiraciones éticas y elevados ideales morales, el mayor héroe que ha conocido la historia se ofrece como tu amigo y compañero, y como aquel que puede elevar y ennoblecer tu alma mediante su ejemplo sublime y su poder salvador: Jesucristo; “Dios con nosotros” (Mat. 1:23). Conócelo, compréndelo, imítalo, síguelo, y verás cómo tu vida encontrará la mayor satisfacción a su sed de bien y de bondad.

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