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jueves, 8 de enero de 2015

Matutina de Adultos: Enero 8, 2015

¿Dónde se va a sentar el ángel?


“¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, Allí tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar; aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra” (Salmo 139: 7-10)



El padre del pastor Pierre Winandi, Charles, fue un exitoso evangelista en la ciudad de París. En 1964, en ocasión de mi graduación, fue el orador invitado. En varias ocasiones se reunió con los graduados y nos contó una interesante historia. Cuando su esposa y él salían de su hogar hacia la sala de conferencias, dejaban al niño en la cama si las reuniones terminaban muy tarde. Le aseguraban que el ángel del Señor estaría guardándolo junto a su cama mientras ellos estaban ausentes. El niño estaba acostumbrado y, por lo general, se quedaba dormido pronto; pero, un día, viendo a la mamá que dejaba sus ropitas en la única silla del dormitorio, le dijo muy serio: “Mamá, quita mis ropitas de la silla, si no ¿dónde se va a sentar el ángel?”. Para Pierre, la realidad de la presencia del ángel del Señor en su cuarto era indefectiblemente real.

            El pastor Stanley Folkenberg me contó que un pastor jubilado, muy viejecito, amigo de la familia, pernoctaba de vez en cuando en su casa. Antes de acostarse, este buen hermano tenía por costumbre sentarse en el borde de la cama y pasar así un buen rato conversando con Dios. El anciano le contaba, como lo hubiera hecho a su esposa, las incidencias de la jornada y le pedía ayuda para las personas con las que se había encontrado aquel día. Así de real era Dios en su vida. ¿Habéis sentido alguna vez la presencia de Dios tan cerca de vosotros que os parecía recibir el calor de sus amorosos brazos y escuchar el suave murmullo de sus palabras?

            David testimonia de la omnisciencia y omnipresencia divinas en el precioso Salmo 139 y reconoce que Dios ha estado a su lado desde el seno materno, que “yo despierto, y aún estoy contigo” (vers. 18), en todas partes, “allí estás tú” (vers. 8), en cualquiera lugar por lejos o escondido que esté “aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra” (vers. 10).

            ¿Acaso has olvidado que él está junto a ti? No temas, su presencia te guardará. ¡Hay un Dios en los cielos!

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