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viernes, 23 de enero de 2015

Matutina de Adultos: Enero 23, 2015

Aprovecha el día


«Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia. Anda según los caminos de tu corazón y la vista de tus ojos, pero recuerda que sobre todas estas cosas te juzgará Dios» (Eclesiastés 11: 9)



El tema del Eclesiastés, carpe diem (Aprovecha el día), es común en la literatura universal. La expresión misma fue acuñada por el poeta romano Horacio (siglo I a.C) en sus Odas. De ahí nació la versión renacentista, alegre desenfadada, profana que el poeta Garcilaso de la Vega expresa así en su soneto XXVIII:
 
 «Coged de vuestra alegre primavera

el dulce fruto, antes que el tiempo airado

cubra de nieve la dorada cumbre».

Como en Eclesiastés, la vida, la belleza, los placeres de la juventud, transcurren entre los dos adverbios de tiempo «en tanto que» y «antes que», pero con una diferencia sustancial: Salomón incluye, al final de todo, el juicio divino que los poetas olvidan.

 Pero hay un Dios en los cielos… cuando convierto mi vida en una experiencia risueña, divertida pero irresponsable; cuando asocio las oportunidades y los objetivos de la vida al placer, a la diversión y no al trabajo; cuando los criterios y normas que guían mi conducta me los dictan los impulsos del corazón y los reclamos de lo que me rodea; cuando el centro de la existencia, lo que más me importa, soy yo mismo, sin tener en cuenta a Dios, mis padres, mis maestros o mis amigos; cuando quiero disfrutar con fuerza y pasión la inmediatez de las emociones que me producen lo que veo, toco, gusto y siento, sin ejercer ningún control cualitativo o cuantitativo; cuando quiero disfrutar de cada momento de mi vida como si fuese el último.

Jamás hemos de olvidar que, aunque somos seres dotados de libre albedrío y podemos escoger, hacer o dejar de hacer, somos también seres moralmente responsables de nuestros actos; que nuestras emociones y nuestro sentidos deben estar bajo el control de nuestra inteligencia y conciencia; que, como dice la Escritura, lo que sembramos, como lo que edificamos, tienen sus impepinables resultados en la vida que el tiempo y las dificultades someterán a prueba; finalmente, que, como concluye Salomón: «Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Pues Dios traerá toda obra a juicio, justamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala» (Eclesiastés 12: 13-14).

Que Dios te ayude a aprovechar tu tiempo.

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