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lunes, 22 de diciembre de 2014

Matutina de Menores: Diciembre 22, 2014

El regalo de Navidad perfecto


«Hay más dicha en dar que en recibir» (Hechos 20: 35)



Carlos quería comprar el regalo de Navidad perfecto para su madre. Ella se merecía lo mejor. Desde que muriera su padre ella había trabajado duro para que no les faltara nada a él y a sus tres hermanas. En septiembre, Carlos había visto el regalo perfecto en la vidriera de una joyería: un reloj antiguo de Holanda. Valía 75 dólares, una cantidad elevadísima para un muchacho de doce años. Carlos comenzó a ahorrar cada centavo extra que recibía como repartidor de periódicos. Cada vez que el anciano señor Cooper le daba una propina, Carlos la guardaba.

Le estaba yendo bien hasta que los piecitos de Beatriz crecieron y la pequeña necesitó unos zapatos nuevos. Mamá le pidió que llevara a su hermanita a comprar zapatos. Carlos le dio los diez dólares que faltaban para que pudiera comprarse los zapatos que ella quería. Luego, el Día de Acción de Gracias, cuando la mamá no tenía suficiente dinero para una comida especial, Carlos gastó veinte dólares en provisiones, las dejó en la puerta, tocó el timbre y salió corriendo. Tres días antes de Navidad, sacó lo que tenía en su hucha: 55 dólares. No tenía regalos para sus hermanas. «Quizá si hablo con el señor Anderson me venda el reloj más barato», pensó. Y fue a hablar con el joyero. Le explicó cómo habían sido las cosas para su mamá durante todo el año, y cuánto le iba a gustar el reloj. Le habló de los zapatos de Betty y de la comida de Acción de Gracias. Luego le preguntó: «¿Usted podría venderme el reloj por 45 dólares?».

El señor Anderson dijo que no. «Si cambia de opinión…» dijo Carlos, y escribió en un papel su nombre y su dirección. «Usaré el dinero para comprarles algunos juguetes a las niñas y una bufanda nueva para mamá», pensó Carlos. La mañana de Navidad, cuando su mamá desenvolvió la bufanda, Carlos le contó la historia del reloj. «Lo lamento, mamá. Me esforcé por ahorrar pero…» La mamá de Carlos lo abrazó y, con lágrimas en los ojos, le dijo: «Hijo mío, ya me has dado el regalo perfecto. Te diste a ti mismo. Ninguna madre podríanpedir más».

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