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martes, 16 de diciembre de 2014

Matutina de la Mujer: Diciembre 16, 2014

El don del agradecimiento


“Gracias te damos, oh Dios, gracias te damos, Pues cercano está tu nombre; Los hombres cuentan tus maravillas”. Salmo 75:1



Cuando era pequeña, me impresionaba el espíritu de agradecimiento de mi madre. En todas las situaciones, hasta las más difíciles, ella encontraba motivos para agradecer al Señor. Aun hoy, con más de ochenta años, destina buena parte de su tiempo a la oración y al agradecimiento.

He conocido muchas personas agradecidas, pero también otras cuya intención era convencer, a quien las escuchan, de que solo les ocurrían cosas horribles y sin solución, sin tener en cuerna las numerosas bendiciones que recibían. Era extraño que no se dieran cuenta de que mucha gente evitaba hablar con ellas para no escuchar sus quejas.

En los grupos de autoayuda para la recuperación de adicciones, se recomienda comenzar la jornada con una lista de los motivos de agradecimiento: la vida, la vista, la salud, el movimiento, la paz, la libertad, el pan diario, el trabajo, la familia, los amigos. Está comprobado que la persona agradecida se ajusta mejor a la frustración que comporta privarse de una adicción. También desarrolla vínculos familiares más fuertes, es más productiva, padece menos enfermedades y depresiones y se sobrepone más rápidamente a las pérdidas.

Por otra parte, contar las bendiciones nos hace más solidarios. Desdichadamente, la gente desagradecida solo aprecia sus bendiciones cuando las pierde, entonces endilga a otros su propia responsabilidad y nunca es feliz. Hay varias clases de agradecimiento. El más importante es el que ofrecemos al Señor. Como dice el versículo de hoy., nuestras obras hablan de su cercanía

Amiga, si cultivas un espíritu agradecido notarás una mejora inmediata en todas las áreas de tu vida, especialmente en la espiritual. ¿Qué tal sería llevar un registro escrito de las bendiciones recibidas? Así, cuando las cosas no vayan bien, leer esa lista te ayudará a sobreponerte a la adversidad. Un amigo mío, sobreviviente del Holocausto, dice: “Hay que aceptar la vida como es y agradecer sus cosas buenas”. Vuelve a agradecer lo recibido. Así declararás tú también cuán “cercano está su nombre”.

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