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lunes, 8 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 8, 2014

Dios todavía sigue liderando -4


Los llevó por el desierto como un rebaño. Salmo 78:52.



Ayer vimos que Elena de White, en 1901, había contemplado en visión la propiedad de un tercer sanatorio al sur de California que la iglesia debía adquirir. Sin embargo, no conocía la ubicación de la propiedad. Y ni la compra de Glendale ni la de Paradise cumplían con los requisitos.

Pronto, los adventistas descubrieron un lugar llamado Loma Linda. El predio había costado a sus dueños 150 mil dólares; pero, debido al fracaso económico, salió a la venta por 110 mil dólares y luego bajó a 85 mil. Pero, bien podrían haber sido 1.000 millones de dólares, para una Asociación que ni siquiera podía juntar 1.000, y que recientemente había adquirido importantes propiedades en San Fernando, Paradise Valley y Glendale.

No es difícil imaginarse la creciente perplejidad de los dirigentes de la Asociación cuando la señora de White comenzó a recomendar la compra de la propiedad de un tercer sanatorio pocos meses después de adquirir otros dos. ¿No iba a detenerse nunca? Pero, ella se puso firme. Confiaba en que la compra de la propiedad de Loma Linda era la voluntad de Dios.

Lo bueno fue que los dueños pronto redujeron el precio a 40 mil dólares. Pero, ni siquiera eso ayudó a quienes no tenían nada de dinero.

Lamentablemente, el tiempo no se detenía. Tenían que ofrecer un depósito en seguida o perder la propiedad de Loma Linda. Elena de White, que todavía no había visto Loma Linda, envió un telegrama a John Burden para hacer un depósito inmediato.

Él lo hizo, reconociendo que la Asociación le había manifestado explícitamente que no se los podría obligar. El buen pastor, al darse cuenta de que podría perder el depósito de 1.000 dólares, decidió seguir el consejo de Elena de White antes que el de los dirigentes de la Asociación. Al captar la visión de ella de que la propiedad de Loma Linda era la voluntad de Dios, avanzó por fe.

Pensar en grande no es un rasgo heredado para muchos de nosotros. Sin embargo, a lo largo de toda la historia adventista, lo que ha impulsado a la iglesia es el hecho de pensar en grande.

Ayúdanos, Señor, a poder pensar en grande; a poder imaginar lo que tú tienes en mente y a tener una parte en la activación de tu obra.

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