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sábado, 13 de diciembre de 2014

Matutina de Adultos: Diciembre 13, 2014

El fallecimiento de Elena de White


Porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 2 Timoteo 1:12.



Anteriormente vimos que José Bates, Jaime White y Elena de White fueron los fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Bates falleció en 1872 y Jaime en 1881, pero Elena continuó guiando a la Iglesia Adventista hasta 1915. Aunque nunca ostentó un cargo administrativo oficial en la iglesia, poseía una inmensa autoridad carismática. Sus escritos y sus consejos tenían un significado especial para las personas en particular y para el adventismo en general.

El 16 de julio de 1915, “la viejecita de cabellos blancos, que siempre hablaba tan cariñosamente de Jesús” (en palabras de sus vecinos no adventistas) falleció a la edad de 87 años. Las últimas palabras que su familia y sus amigos le oyeron decir fueron: “Yo sé en quién he creído” (NB 492). Su fallecimiento, indicó su hijo, “fue como una vela que se apaga; así de tranquilo”.

Quizás haya muerto tranquilamente, pero su larga vida fue de actividad y logros constantes. Sorprendentemente activa en su vejez, asistió a su último Congreso de la Asociación General en Washington, D.C., en 1909. Después de las reuniones, visitó su antigua ciudad natal de Portland, Maine, donde había comenzado su ministerio profético unos 65 años antes. Fue su último viaje al este de los Estados Unidos. Aunque era de edad avanzada, aun así habló 72 veces en 27 lugares, durante el viaje de 5 meses.

Al volver a su casa al sur de California, dedicó sus últimos años a componer libros como Los hechos de los apóstoles (1911), Obreros evangélicos (1915), Notas biográficas de Elena G. de White (1915), la versión final de El conflicto de los siglos (1911) y Profetas y reyes (publicado en 1917, después de su muerte).

El 13 de febrero de 1915, de mañana, Elena de White tropezó y se cayó en su casa de Elmshaven. Un examen de rayos X reveló que se había quebrado la cadera izquierda. Pasó sus últimos cinco meses en casa y en una silla de ruedas. El 24 de julio fue enterrada junto a su esposo, en el cementerio Oak Hill de Battle Creek, Míchigan. Juntos, esperan la resurrección en la Segunda Venida; una enseñanza por la que ambos habían dado la vida.

Espero encontrarme con ellos en aquel día en que todos recibamos a Jesús en el aire.

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