Buscar...

jueves, 20 de noviembre de 2014

Matutina de la Mujer: Noviembre 20, 2014

Las luchas nos permiten crecer


“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Proverbios 3:5, 6.



Quizá con un exceso de optimismo llegué a pensar que 2011 sería un año lleno de dicha y felicidad en mi vida. Creí que lo tenía todo muy bien planeado y organizado: iniciaría una nueva carrera profesional y conseguiría un buen trabajo como docente, con el cual ahorraría el dinero que necesitaba para afrontar los estudios. Deseaba tener un trabajo que me permitiera guardar el sábado a cabalidad, ya que en la institución donde trabajaba anteriormente me vi obligada a transgredir algunos sábados hasta que renuncié.

Salí confiada de la ciudad donde vivía para buscar otras oportunidades de trabajo… pero no las encontré. Volví a casa muy desanimada. Al principio me rebelé por todo lo que me estaba pasando. Sentí que mi desánimo iba más allá de mis fuerzas, y mis esperanzas se esfumaban como nubes de primavera.

A mi fracaso laboral se sumaba un desengaño afectivo: la persona a quien le había entregado mis sentimientos desapareció y se olvidó de mí. Ya no quería seguir viviendo. Llegué al punto de pensar que la muerte sería la solución para todos mis problemas. Sentía que el año que había comenzado con tanta fuerza y optimismo se había convertido en un fracaso.

Con mucha oración y gracias al cariño de mis padres y familiares me di de cuenta de que Dios nunca me había abandonado sino que, por el contrario, me estaba dando una lección, haciéndome recordar que un cristiano no solo tiene victorias sino también luchas, las cuales sirven para fortalecernos y hacernos crecer espiritualmente.

Mi oración, como la de David, fue: “Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy en angustia; se han consumido de tristeza mis ojos, mi alma también y mi cuerpo. Porque mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar; se agotan mis fuerzas” (Sal. 31:9, 10). Me costó entender que no siempre mis planes son los planes de Dios, y no siempre sus tiempos son los míos. Cuando lo acepté decidí iniciar mi bachillerato en Educación y dejar mis preocupaciones laborales y emocionales en las manos de Dios. Y él me fortaleció.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario