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sábado, 8 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 8, 2014

El Advenimiento en marcha -4: Las islas del Pacífico


Den gloria a Jehová, y anuncien sus loores en las costas. Isaías 42:12.



El desastre de Chudney y la frustración de John Tay de no poder encontrar un barco que lo llevara a la isla de Pitcairn reorientaron a la Asociación General sobre la necesidad de construir un buque apto para la navegación marina, para servir a la multitud de islas del Pacífico Sur.

Ese barco misionero fue un proyecto que despertó el entusiasmo de las Escuelas Sabáticas, a lo ancho de los Estados Unidos, como ningún otro anteriormente. Los adultos llevaban sus centavos de dólar y los niños vendían productos horneados, con el fin de poder participar en la compra de las tablas, las lonas y los clavos necesarios.

Hasta se invitó a los miembros de la Escuela Sabática para que sugirieran un nombre para el barco. Algunos optaron por Glad Tidings [Buenas nuevas]; pero otros finalmente decidieron ponerle el nombre de la isla que había estimulado el proyecto. Así que, los adventistas bautizaron a su primer barco misionero con el nombre de Pitcairn.

En octubre de 1890, la goleta de 30 metros, 120 toneladas y 2 mástiles zarpó con 7 tripulantes y 3 parejas de misioneros. La primera parada, como era razonable, fue la isla de Pitcairn, donde E. H. Gates y A. J. Read bautizaron a 82 isleños y organizaron una iglesia.

Varias semanas después, el barco misionero siguió viaje hacia Tahití, Rarotonga, Samoa, Fiji y los grupos de islas Norfolk. En cada lugar, los que estaban a bordo organizaban reuniones, distribuían publicaciones y despertaban el interés.

Después de dos años, el Pitcairn regresó a San Francisco, siendo un éxito su primer viaje. Pero, había habido un costo en vidas humanas: John Tay, que se había quedado para promover la misión adventista en Fiji, falleció después de apenas cinco meses en su obra; y el capitán J. O. Marsh pasó al descanso mientras reparaban su barco en Nueva Zelanda.

No obstante, la obra continuó. En total, el Pitcairn realizó seis viajes entre 1890 y 1900. A esa altura, el itinerario de los navíos había mejorado a punto tal que la iglesia ya no necesitaba su barco misionero.

Pero, durante esos diez años, la iglesia no solo se estableció en las islas del Pacífico, sino también las aventuras de la intrépida Pitcairn inspiraron a los adventistas para las misiones y las ofrendas misioneras más que ninguna otra cosa en su historia.

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