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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 26, 2014

Repensar la organización de la iglesia -4: El experimento australiano


Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos. Efesios 4:4-6, NVI.



¿Cómo mantenemos la unidad y la eficiencia en una iglesia mundial? No es una tarea fácil, pero es importante.

Parte de la dificultad que enfrentó en la década de 1890 la iglesia, que se esparcía rápidamente, era el de la comunicación. En aras de la unidad, la política operativa decretaba que la sede de la iglesia en Battle Creek tenía que aprobar todas las decisiones por encima del nivel de Asociación.

A. G. Daniells habló del problema de la demora en la comunicación y de la toma de decisiones desde la perspectiva de 1913. La dificultad era que, en el mejor de los casos, el correo tardaba cuatro semanas en ambas direcciones, y a menudo, cuando llegaba, los miembros de la Comisión Ejecutiva de la Asociación General no estaban en sus oficinas. “Recuerdo”, señaló Daniells, “que tuvimos que esperar tres o cuatro meses antes de poder obtener una respuesta a nuestras preguntas”. Y aun así, quizá se trataba de una consulta de cinco o seis líneas, diciendo que los dirigentes de la Asociación General no entendían el asunto y necesitaban más información. Y así era hasta que “después de seis o nueve meses, quizá, resolvíamos el asunto”. A esa altura de su argumento, la audiencia de Daniells no tuvo problemas en entender su significado cuando afirmó que “continuamente encontramos que nuestra obra se ve obstaculizada”.

Elena de White también tenía problemas con la estructura de 1861/1863 y su toma de decisiones centralizadas. Al haber estado años en los campos misioneros de la iglesia, ella reconoció que “los hombres de Battle Creek no son más inspirados para dar consejos infalibles que los hombres de otros lugares, a quienes el Señor les ha confiado la obra en su localidad” (Carta 88, 1896).

Pero, el desafío era cómo descentralizar y, al mismo tiempo, mantener la unidad. La respuesta fue la Asociación-Unión, “inventada” en Australia a mediados de la década de 1890. La Asociación-Unión Australasiana constaba de varias asociaciones y misiones locales en su territorio, y servía de intermediaria entre la Asociación General y las asociaciones locales. Con poder ejecutivo para actuar dentro de su territorio, regionalizaba la toma de decisiones mientras, al mismo tiempo, mantenía la unidad.

Para cuando los líderes de la iglesia australiana habían ya diseñado la Asociación-Unión, A. T. Robinson había llegado de Sudáfrica con el sistema departamental. Australia también lo adoptó.

La mayoría de nosotros no pensamos mucho en la mecánica de hacer funcionar una iglesia mundial. Quizá deberíamos hacerlo. Incluso en este aspecto “mundano”, vemos la mano guiadora de Dios.

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