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lunes, 24 de noviembre de 2014

Matutina de Adultos: Noviembre 24, 2014

Repensar la organización de la iglesia -3: El experimento sudafricano


Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin. Mateo 24:14.



El segundo método para la reforma organizativa de la década de 1890 surgió de los campos misioneros de la iglesia y se centraba en la necesidad pragmática, y no en la teología.
No es que la teología estuviese ausente; mejor dicho, no era primordial. La base teológica de este método era la escatología. Como los adventistas necesitaban predicar el mensaje de los tres ángeles a todo el mundo antes de la Segunda Venida, este segundo método se centraba en la misión de la iglesia en relación con su objetivo escatológico.

El primer elemento de la reforma comenzó en la Asociación Sudafricana, recientemente establecida en 1892 bajo el liderazgo de A. T. Robinson. Su mayor problema implicaba un recorte de personal. De ninguna manera podía dotar de personal a todas las organizaciones auxiliares independientes que se habían creado en Battle Creek. ¿Dónde, por ejemplo, iba a encontrar directivos para la Asociación de Publicaciones, la Sociedad Misionera y de Tratados, la Asociación de Salud y Temperancia, la Sociedad de la Asociación General y la Junta Misionera Extranjera?

La solución de Robinson surgió de la necesidad. No creó organizaciones independientes, sino departamentos bajo el sistema de asociaciones.

Tanto O. A. Olsen, presidente de la Asociación General, como Guillermo White estaban preocupados por la sugerencia, y la Asociación General escribió a Robinson para que no creara los departamentos.

Pero, fue demasiado tarde. Debido a la gran cantidad de tiempo que llevaba comunicarse por correo marítimo en aquellos días, para cuando llegó la indicación de la Asociación General, Robinson ya había creado el programa y descubrió que funcionaba.

Más adelante en la década de 1890, Robinson se trasladó a Australia, donde pudo vender la idea de los departamentos a A. G. Daniells y a Guillermo White. Ellos, a su vez, llevaron la idea al Congreso de la Asociación General, como parte de un plan de reorganización.

La innovación a menudo es el origen del progreso. Si bien la estructura y las normas son necesarias para cualquier organización estable, la capacidad de improvisar es esencial para que continúe la vitalidad.

Ayúdanos, Señor, a encontrar el equilibrio adecuado entre las normas y las innovaciones en nuestra vida diaria, y en nuestra iglesia. 

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