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martes, 7 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 7, 2014

Un escuadrón de perros


Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra”. Isaías 12:5.



Mientras trabajábamos en Guayaramerín, Amazonia boliviana, mi esposo atendía un extenso territorio, lo cual le exigía hacer viajes frecuentes y a veces largos para atender las iglesias, razón por la cual debía quedarme sola con mi pequeña hija.

La casa tenía un terreno extenso, con un baldío al fondo y estaba unida a la casa contigua porque no existía pared medianera ni cerco protector, y era fácil que cualquier desconocido rondan los alrededores. En aquel tiempo, además de tener una niña de corta edad, estaba cursando mi segundo embarazo.

Una noche, estando sola, escuché un ruido extraño. Pensé que era un ratón, porque alrededor de la casa había matorrales. Tomé el palo del secador de piso y decidí matarlo. Cuando atravesé una de las habitaciones, pude ver por la ventana a un joven con la cara marcada y un aspecto que asustaba. Miré hacia atrás y vi que la puerta que daba al baldío estaba abierta de par en par. Me asomé a una de las ventanas que daba a la casa del vecino y lo llamé a gritos: “¡Hermano, hay un ladrón!”. Parece que el delincuente tuvo miedo y se escondió. Llamé por teléfono al portero del colegio que estaba frente a casa y tampoco contestó. Llamé a la policía que estaba a dos cuadras de casa, y me respondieron que no tenían combustible en el móvil.

Supliqué a Dios por mi vida y la de mi hija. De repente, vi por la ventana una larga fila de perros, más de diez, que venían muy alineadamente de la calle, ladrando, directamente hacia la parte trasera de la casa, lo que hizo que el ladrón y drogadicto escapara inmediatamente. ¡Qué magnífica idea la de Dios de enviar a aquellos perros para protegernos! Le agradecí con el corazón por haber escuchado mi súplica y haberme respondido inmediatamente.

Al día siguiente, los vecinos dijeron haber escuchado mi pedido de auxilio, pero no se explicaban de dónde habían salido tantos perros, alineados como si fueran un gran ejército, directamente en busca del ladrón. Yo sí me lo explicaba y así se lo hice saber.

Querida amiga, si es necesario Dios enviará ángeles para que te protejan, aunque sea bajo la forma de un escuadrón de perros.

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