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sábado, 18 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 18, 2014

Luces en medio de la selva


“En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron” Salmo 9:10



Los primeros años del ministerio pastoral de mi esposo fueron tiempos de muchas pruebas. El primer lugar adonde nos mandaron fue Perene, en la selva central peruana. Mi esposo atendía 25 congregaciones, entre iglesias y grupos, pero hubo uno que marcó mi vida para siempre. Pucharini. Allí pude ver el poder y los milagros de Dios.

Un martes, la junta se reuniría para hacer planes acerca del mejor funciona¬miento de la iglesia, y le pidieron a mi esposo que estuviera presente a las 18:30. Por aquel entonces teníamos una moto y mi esposo me pidió que lo acompañan. A pesar de cursar el séptimo mes de embarazo, acepté. Lo había acompañado muchas veces, así que, felices, iniciamos el viaje. La junta se demoró más de lo previsto y a las 20:30 iniciamos el regreso. Hasta aquí, esta sería una visita más a una de las iglesias.

En ese tiempo, el terrorismo en Perú estaba en todo su apogeo. Frecuentemente, en los viajes, mi esposo se encontraba con los terroristas, pero nunca lo detuvieron porque sabían del trabajo que él realizaba. Ese día todo iba a ser diferente.

Cuando estábamos a cuarenta minutos de Pucharini, salieron de entre los matorrales dos terroristas armados y nos apuntaron con sus armas para que nos detuviéramos. Temerosos, paramos, no sin antes dirigir nuestra mente a Dios en oración silenciosa Nos ordenaron entregarles la moto porque la necesitaban para hacer una incursión a otro pueblo. Mi esposo les rogó que no nos quitaran la moto porque en mi estado era difícil volver caminando al pueblo. No les importó y reiteraron la orden. Cuando bajábamos escuchamos el motor de un camión Volvo que se acercaba y nos alumbraba con sus potentes luces. Inmediatamente, los terroristas huyeron al monte. Sin esperar ni un segundo, mi esposo puso la moto en marcha y partimos a toda velocidad.

Esperábamos encontrarnos con el gran Volvo en cualquier momento, ya que se suponía que venía en sentido contrario a nosotros… pero jamás nos cruzamos con un Volvo, y las luces poco a poco desaparecieron. ‘Jehová no desampara a los que lo buscan”.

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