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viernes, 10 de octubre de 2014

Matutina de la Mujer: Octubre 10, 2014

Raíces Fuertes (Parte II)


 “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño”. Salmos 127:1-2



Cuando se casaron, ni María, ni Julia, ninguna de mis dos abuelas, podían imaginar que les tocaría afrontar tantas dificultades para las que no estaban preparadas, pero confiaron, lucharon y salieron adelante. ¿Te has preguntado por qué algunas personas se sobreponen a la adversidad y otras sucumben?

Pareciera que la resiliencia, o facultad de sobreponerse a la adversidad, se cultiva a través de la práctica de la autonomía y de la resolución de problemas, del desarrollo de aptitudes sociales y del mantenimiento de una visión optimista del futuro. Diríamos que es más que la aptitud de resistir la destrucción preservando la integridad en circunstancias difíciles: es la aptitud de reaccionar positivamente, a pesar de las dificultades, y la posibilidad de construir en base a la fuerza interior. No es solo sobrevivir a pesar de todo, sino tener la capacidad de usar las situaciones adversas para proyectar el futuro.

La vida cristiana genuina fomenta eficazmente estas habilidades. En Romanos 8:28 Pablo nos indica que aun en la adversidad Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman. El problema no es la adversidad, sino qué hacemos con ella. De la misma manera que las raíces de un árbol leñoso en tierra seca se hacen más fuertes que en tierra húmeda, hay un propósito en cada prueba que Dios permite en nuestra vida.

Amiga, la historia bíblica está llena de ejemplos de hijos e hijas de Dios que en vez de lamentarse y abandonar la lucha, mantuvieron su vista en el cielo mientras se esforzaban para salir adelante, dieron un sentido al dolor y disminu¬yeron la connotación negativa de una situación conflictiva. Y más maravilloso todavía es que aun cuando seamos resilientes o tengamos fuerza interior que nos ayude a enfrentar la vida, el Señor está pronto para “edificar nuestra casa y guardar nuestra ciudad”. Si así no fuera, en vano “velaría nuestra guardia”.

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