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viernes, 26 de septiembre de 2014

Matutina de Menores: Septiembre 26, 2014

PARA SU HONRA


«Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia» (Proverbios 3: 5).



Terry no tenía idea de lo que Dios deseaba para él. Intentó encontrar trabajo, pero no pudo. Solicitó ser admitido a la universidad, pero no tenía dinero. A diario Terry y su mamá oraban para que Dios le mostrara lo que debía hacer. «Quizá Dios tiene otra respuesta para tus oraciones respecto al ministerio», le decía su madre.

Un día, Terry fue a un centro comercial. Al pasar frente a una oficina de reclutamiento de la fuerza aérea sintió el deseo de entrar. «Antes que nada, deseo decirle que soy adventista. No trabajo los sábados, y lo único que me animará a alistarme en la fuerza aérea es si me permiten estudiar para ser capellán», dijo. Se le garantizó que sí, así que el joven decidió enrolarse en la fuerza aérea.

El sargento que estaba a cargo de los reclutas en el campamento de entrenamiento básico, de inmediato menospreció a Terry por sus convic­ciones religiosas. Le hizo la vida imposible, pero Terry estaba acostumbra­do a las dificultades. Perseveró y presentó su testimonio ante su unidad. Al finalizar el entrenamiento básico, el sargento lo felicitó por su comporta­miento y por su desempeño. Terry esperaba que tras aquel curso, recibiría entrenamiento para ser capellán; pero debido a alguna equivocación buro­crática fue a parar a la academia de la policía militar. «Policía militar. No puedo hacer eso. La policía militar lleva armas», pensó. Terry acudió a Dios de inmediato. Al igual que Daniel y José en los tiempos bíblicos, Terry no podía entender hacia dónde lo estaba guiando Dios.

Mediante una serie de sucesos milagrosos Dios lo fue llevando cada vez a un peldaño más alto, hasta que Terry llegó a formar parte de la fuerza militar más exclusiva de los Estados Unidos: la guardia de honor presidencial. Du­rante los cuatro años que estuvo al servicio del presidente Reagan, compar­tió el conocimiento de Jesús con sus compañeros y varios fueron bautizados como fruto de su esfuerzo. Al concluir su servicio militar, Terry se matriculó en la universidad para ser pastor.

Si no entiendes la forma en que Dios te está guiando; si los demás te dicen que tus sueños son imposibles, recuerda a Terry Johnson, el chico que no po­día, pero que con la ayuda de Dios, lo logró.

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