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lunes, 1 de septiembre de 2014

Matutina de Adultos: Septiembre 1, 2014

Cómo hacer teología: apelaciones a la autoridad humana -2


No sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová. Deuteronomio 8:3.



Si bien todos aceptamos que la Biblia es importante, es terriblemente difícil no intentar resolver nuestros problemas teológicos citando las opiniones de los “expertos”. Tanto Urías Smith como G. I. Butler usaron esos recursos en la era de 1888. Si bien la mayoría de los pastores adventistas posiblemente haya concordado con los líderes, la sustancia de la reforma del adventismo planteó un coro de objeciones.

E. J. Waggoner era el más lúcido de todos sobre el tema. Al refutar el uso de la opinión experta de Butler para resolver el problema de Gálatas, interceptó al hombre de más edad en su punto más vulnerable. “No me importa nada”, sostuvo Waggoner, “lo que diga un hombre. Quiero saber lo que Dios dice. Nosotros no enseñamos como doctrina la palabra de los hombres, sino la Palabra de Dios. Yo estoy totalmente convencido de que usted no citaría a Greenfield, si pudiera encontrar un argumento bíblico en su lugar”.

Si los adventistas iban a comenzar a confiar en la opinión autoritativa, aseguró Waggoner, “bien podríamos hacernos papistas de una vez; porque prender la fe de uno a la opinión del hombre es la propia esencia del Papado”. Afirmó que los adventistas del séptimo día, “en cambio, deberían ser protestantes, al examinar todo mediante la Biblia sola”.

No solo los adventistas enfrentaban la tentación de invocar autores cristianos convencionales con la intención de sostener diversas posturas, sino también tenían sus autores bien establecidos, como Urías Smith.

Guillermo White señaló que algunos pastores adventistas atribuían “igual importancia a las citas de la Escritura que a los comentarios del pastor Smith”, porque Elena de White había elogiado su Daniel and the Revelation [Daniel y el Apocalipsis]. Al fin y al cabo, decían algunos pastores, ¿no dijo ella que Smith “tuvo la ayuda de ángeles celestiales en su obra”?

Aquí tenemos un argumento interesante de la historia adventista. Vez tras vez, argumentaban a favor de aceptar la autoridad de alguna persona porque Elena de White recomendó sus escritos o dijo que estos tenían la verdad.

Esa no fue la postura de los reformadores en Minneápolis, incluyendo a la misma Elena de White. Todos ellos dirían que, no importa cuánta verdad pudiera tener alguien, la única manera de validar cualquier enseñanza particular suya sería yendo a la Biblia y verificándola exhaustivamente.

Ese continúa siendo un buen consejo todavía. O, como me gusta decirlo, el undécimo Mandamiento es: “Nunca confíes en un teólogo”. Todas las ideas deben verificarse con la Biblia.

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