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jueves, 7 de agosto de 2014

Matutina de la Mujer: Agosto 7, 2014

El dolor de Sonia


“Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones. Hebreos 4:7



Soy madre de tres hijos y la sola idea de perder a uno de ellos me espanta. Sonia fue mi vecina durante un año, perdió a su hijo en un accidente automovilístico. Aunque me relacioné con ella, creo que no hice lo suficiente y todavía le digo mentalmente: “Puedo entenderte, Sonia. Llora todo lo que necesites, tal vez así se alivie tu corazón”. ¿Por qué no insistí más con ella? ¿Por qué no le di más estudios bíblicos? ¿Por qué no la invité con mayor insistencia a la iglesia? El dolor sería el mismo, pero el modo de enfrentarlo y su propia historia serían diferentes.

Mientras vivamos en este mundo habrá muchas cosas que lamentar. Los problemas y las tragedias llegan sin previo aviso, nos toman a veces desprevenidas, pero no tenemos que desesperar, porque no estamos solas; nuestro Padre tiene mil maneras de ayudarnos donde no vemos ninguna.

Cuando pienso en Sonia imagino que Dios le dice: “Las lágrimas te ayudarán a aliviar el profundo dolor de perder a tu hijo. También limpiarán tus ojos para que me puedas ver. Siempre estuve contigo y te entiendo porque yo también perdí a mi Hijo amado en la cruz del Calvario, y esa separación me dolió y mucho”.

Aquel fatídico día, Sonia escuchó por última vez la voz de su hijo: “Me voy a casa, mamá”, pero fue su despedida, porque hoy descansa. Dios sigue llamando a Sonia, quiere manifestar su poder y misericordia en su vida y la de su familia, y mi parte es mostrarle el camino para llegar a Jesús, que aliviará su corazón y le dará esperanza.

Un día, también nosotras iremos “a casa”. Jesús está preparando un lugar en el cielo, no solo para nosotras y nuestras familias, sino para todos los que llevemos a los pies del Señor. Anhelo que llegue ese día muy pronto, allí la muerte será una realidad del pasado, ya nunca más existirá el dolor de la separación y las lágrimas habrán desparecido.

Querida amiga, ¿cuántas Sonias hay en nuestro camino, a las que daríamos alivio y consuelo hablándoles del amor de Dios? No esperemos para hacerlo mañana. Puede ser demasiado tarde. Hoy es el día de oportunidad. Compartamos la Palabra de Dios, mostremos el camino y sembremos esperanza hoy.

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