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lunes, 18 de agosto de 2014

Matutina de Adultos: Agosto 18, 2014

La explosión de la ley en Gálatas -2


Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. Gálatas 3:26.



El hecho de que Elena de White hubiera tenido una visión en la que había identificado la ley de Gálatas en la década de 1850 complicaba aún más el conflicto. Butler y Smith aseguraban que ella la había especificado como la ley ceremonial. Ella respondió que recordaba la visión, pero, como no había registro escrito, no recordaba lo que había dicho, y que debían abandonar el tema porque no era importante. Para ella, era una “mera mota” de un problema. Su preocupación no era la ley, sino “presentar a Jesús y su amor ante mis hermanos, porque vi señaladas evidencias de que muchos no tenían el espíritu de Cristo” (Manuscrito 24, 1888).

Esa conversación enardeció aún más a Butler y a Smith, quienes ahora acusaron a Elena de White de cambiar de opinión. E insinuaron que ningún profeta verdadero podría hacer eso; por lo tanto, su don profético también fue objeto de críticas por parte de los dirigentes de la iglesia, en un momento ya tenso.

Pero, no era la primera vez, en la década de 1880, que Smith se había disgustado con la profetisa adventista. En 1882 se había alborotado por un testimonio que criticaba su manejo de Goodloe Harper Bell, en el Colegio de Battle Creek. En ese entonces, había llegado a la conclusión de que no todo lo que ella escribía era de Dios: el consejo de ella era inspirado solamente si decía “Vi”. Así que, a menos que dijeran “Vi”, las cartas que ella le enviaba eran buenos consejos, simplemente; o un mal consejo, según Smith, en el caso de Bell.

A mediados de la década de 1880, en medio del conflicto de Gálatas, Butler se había unido a Smith en su opinión resentida respecto de los “malos consejos” de Elena de White.

Elena de White, por supuesto, tenía su propia opinión al respecto. “Si las opiniones preconcebidas o las ideas particulares de algunos son contradichas al ser reprendidas por los testimonios, ellos sienten inmediatamente la necesidad de hacer clara su posición para discriminar entre los testimonios, definiendo lo que es el juicio humano de la hermana White y lo que es la Palabra de Dios. Cualquier cosa que sostenga sus ideas acariciadas es divina, y los testimonios que corrigen sus errores son humanos: son las opiniones de la hermana White. Anulan el efecto del consejo de Dios con su tradición” (Manuscrito 16, 1889).

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