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jueves, 31 de julio de 2014

Matutina de Menores: Julio 31, 2014

Prohibido dar picotazos


«Hay seis cosas, y hasta siete, que el Señor aborrece por completo: los ojos altaneros, la lengua mentirosa, las manos que asesinan a gente inocente, la mente que elabora planes perversos, los pies que corren ansiosos al mal, el testigo falso y mentiroso, y el que provoca peleas entre hermanos» (Proverbios 6:16-19).



Andy volvió a casa con una gallina herida en los brazos. No podía creerlo. Sus gallinas lo estaban haciendo de nuevo: trataban de sacarse los ojos unas a otras a picotazos. Algunas se paseaban por el gallinero con actitud arrogan­te, buscando pleitos, retándose mutuamente y buscando contrincantes que desafiaran su autoridad. Era evidente que tenían un grave problema con el «yo». De alguna forma Andy tendría que detener aquello, pero ¿cómo podía obligar a unas gallinas a llevarse bien? Pensó que debía haber una solución. Luego supo que había otros granjeros con el mismo problema.

Ese fue el incentivo para que se inventaran los primeros lentes para galli­nas: una sencilla y extraordinaria invención dirigida a resolver el problema de la intolerancia aviar. Las gafas no tenían el propósito de mejorar la visión de las ga­llinas, sino de nublarla para que un ave no pudiera ver a las demás, y las demás no la vieran a ella. Así no se sentirían amenazadas por la presencia de otras gallinas, ni inclinadas a pelear. En 1903 se le concedió a Andrew Jackson Jr. una patente por su invención. Aunque su invento funcionaba bien, jamás llegó a popularizarse.

Quince años después de que Jackson hubiera recibido su patente, en la ciudad de Munich, Alemania, la gente se preparaba para la guerra. Aquella era una contienda motivada asimismo por el «yo», como la de las gallinas de Jackson. Millones de personas murieron a causa de aquel conflicto. ¡Lásti­ma qúe Jackson no diseñó unas gafas que solucionaran el problema del or­gullo humano!

«Dios odia a los buscapleitos, los orgullosos y los rencillosos». ¡Qué ex­presión tan fuerte! ¿Por qué los odia? ¿Te ha herido alguien tratando de vengarse, o de destacar? ¿Te has tropezado con alguien que necesitara un par de gafas de las diseñadas por Jackson? ¿Las has necesitado tú en alguna ocasión? Confieso que yo sí. Dios inventó un remedio para el orgullo desde hace mucho. Su proceso milagroso aún funciona. El Señor sanará tu egoís­mo si le pides que lo haga.

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