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viernes, 4 de julio de 2014

Matutina de la Mujer: Julio 4, 2014

Mayores pruebas, más resistencia


 “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” 1 Corintios 10:13



Ha comenzado un nuevo día. Tal vez ya estás lista para salir de tu casa y dirigirte a tu trabajo. Detente un momento, mi hermana, y piensa que durante el día enfrentarás diferentes situaciones, y tentaciones, y por lo tanto necesitarás la ayuda divina. Recuerda el texto bíblico que acabas de leer: Dios no permitirá que seas tentada más de lo que puedes soportar, y junto con la tentación te dará la salida.

Elena G. de White dice: “¿Qué es la tentación? Es el medio por el cual aquellos que pretenden ser hijos de Dios son examinados y probados. Leemos que Dios tentó a Abrahán, que él tentó a los hijos de Israel. Esto significa que permitió que las circunstancias ocurrieran para probar la fe de ellos, y los guió para que lo buscaran en procura de ayuda. Dios permite que la tentación venga sobre su pueblo hoy para que pueda comprender que él es su ayudador. Si ellos se acercan a él cuando son tentados, él los fortalecerá para enfrentar la tentación. Las tentaciones vendrán sobre nosotros; pues por ellas somos examinados durante nuestra prueba. Esta es la prueba de Dios, la revelación de nuestros propios corazones. No hay pecado en sufrir la tentación; pero el pecado resulta cuando se consiente en la tentación” (En los lugares celestiales, p. 243).

Ahora sí puedes salir de tu hogar con confianza porque el amante Padre celestial es tu ayudador. No cedas ante las provocaciones, porque la especialidad del enemigo es atacar nuestros puntos débiles. Elige callar ante la ofensa, y deja que el Señor te defienda. La sierva del Señor nos recuerda: “Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda para nosotros, y mediante su poder podemos ser vencedores” (Patriarcas y profetas, cap. 37, p. 395).

Amiga, antes de concluir esta meditación, ora conmigo: “Amante Padre, encomiendo mi vida a tu cuidado y protección. Gracias por tu preciosa promesa de que con tu ayuda no necesito ceder a la tentación, y que en ti puedo ser vencedora. Amén”.

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