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domingo, 22 de junio de 2014

Matutina de la Mujer: Junio 22, 2014

Su oportuno cuidado


“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” 1 Pedro 5:7



Es maravilloso recordar cómo el Señor tiene cuidado de sus hijos, aun en las cosas más pe­queñas e insignificantes. Personal­mente, recibí muchas muestras de su divino cuidado. A veces repaso en mi mente la infinidad de ocasiones en las cuales Dios me salvó de una muerte segura, y otras tantas en las que, de no haber sido por su oportuna intervención, habría tenido que enfrentar duras dificultades y dolor.

Una de esas ocasiones ocurrió al poco tiempo de haber aceptado al Señor como mi Salvador personal. Pasé por una grave experiencia que reafirmó mi fe y mi confianza en mi Padre celestial.

Estando con mi madre en casa, una tarde de verano, resolvimos cambiarle a una lámpara de pie el interruptor, que se había roto, y el sistema de alumbrado. Desconociendo el peligro al que me exponía, procedí a cortar el cable de la lámpara con una tijera, sin advertir que aún permanecía conectada a la red eléctrica. Inmediatamente se produjo un tremendo chisporroteo que dañó la tijera del costurero de mi madre, dejándole una importante melladura.

Así narrado parecería un accidente doméstico más de los que suceden en cualquier hogar casi diariamente, pero el hecho nos dejó sorprendidas, atónitas, asustadas y, a la vez, muy agradecidas a Dios por no haber permitido que sufrié­ramos daño alguno. De solo ver cómo quedó la tijera agradecí nuevamente al Señor su cuidado y protección sobre nosotras, y entendí claramente que los seres humanos son lo más importante para él. Sus ángeles nos protegen de todo mal y peligro, incluso de aquellos que ni siquiera imaginamos.

Han pasado muchos años desde aquel momento , al recordarlo, sé que fue entonces cuando se instaló en mí, definitivamente, el hábito de encomendarme al Señor frente a cada decisión que debo tomar, a cada lugar donde debo ir o a cada proyecto que debo emprender.

Querida amiga, lo que comenzó siendo un susto, terminó siendo una gran bendición para mi vida. Por eso, quiero reafirmar mi hábito de encomendarme diariamente al Señor e invitarte a que no dudes en poner tu vida en sus manos cada día. Él te preservará de todo mal.

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