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jueves, 19 de junio de 2014

Matutina de Adultos: Junio 19, 2014

El Adventismo en tiempos de guerra -2


Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Mateo 22:21.



¿Cómo debería relacionarse un cristiano con los militares? Esa era la cuestión que Jaime White había planteado el 12 de agosto de 1861. Su primera respuesta fue bastante directa: los adventistas no podían ofrecerse como voluntarios para el servicio militar, porque ese acto los colocaría en una situación en la que escogían transgredir al menos dos de los Diez Mandamientos.

Pero ¿y si el Gobierno reclutaba a una persona? A esas preguntas, Jaime White propuso una sugerencia inesperada y controvertida. “En caso de reclutamiento”, escribió, “el Gobierno asume la responsabilidad de la violación de la Ley de Dios, y sería una locura resistirse. El que resista hasta que, en la administración de la ley militar, sea abatido, va demasiado lejos, creemos, al asumir la responsabilidad de suicidio [...]. Para nosotros, intentar resistir las leyes del mejor Gobierno bajo el cielo, que ahora está luchando para sofocar la rebelión más infernal desde la de Satanás y sus ángeles, repetimos, sería una locura”.

Así que, esa es la respuesta de Jaime al complejo tema de cómo los adventistas pueden rendir cuentas a Dios y al Gobierno. En una palabra:

1. Los adventistas son ciudadanos leales.

2. Los adventistas no pueden ofrecerse como voluntarios, porque eso los pondría en una situación en la que elegirían transgredir la Ley de Dios.

3. Pero, si son reclutados, la transgresión de la Ley se convierte en responsabilidad del Gobierno, y los adventistas deberán presentarse a empuñar armas y matar, aun en el día de reposo.

¿Qué piensas de sus argumentos? ¿Qué evidencias bíblicas puedes reunir a favor o en contra de su lógica? ¿Cómo debemos actuar, si los mandamientos del Gobierno están en pugna con los Mandamientos de Dios?

Por otro lado, deberíamos recordar que, en ese entonces, Estados Unidos todavía no había aprobado una ley de reclutamiento; era solo una posibilidad. Pero, la joven Iglesia Adventista, aún en 1862 sin una Asociación General que la representara ante el Gobierno, tenía que contemplarla seriamente, cuando la “máquina de picar carne” de un conflicto feroz seguía destruyendo vidas.

Como cristianos, somos ciudadanos de dos reinos. Todos enfrentamos el desafío de ser fieles a ambos.

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