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martes, 17 de junio de 2014

Matutina de Adultos: Junio 17, 2014

Les presento a John Harvey Kellogg


Yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas. Jeremías 30:17.



Dinámico, enérgico y visionario son las mejores palabras para describir al joven John Harvey Kellogg, de 23 años, que asumió el liderazgo del Sanatorio de Battle Creek en 1876. Apenas medía 1,60 metros de alto, pero lo que le faltaba de estatura lo compensaba con puro entusiasmo en cada tarea que asumía.

Al principio, no había tenido deseos de ser médico; en realidad, quería ser maestro. Pero, cuando Jaime White lo apadrinó, junto con Edson y Guillermo White, para cursar seis meses de capacitación en el Colegio Higiénico-Terapéutico del Dr. Trall en 1872, no solo recibió el título de médico, sino también el deseo de continuar estudiando.

Nuevamente con respaldo financiero de los White, pasó un año estudiando Medicina en la Universidad de Míchigan, y un año final en la Facultad de Medicina del Hospital Bellevue de Nueva York, por entonces quizá la más avanzada de la Nación. Al terminar su curso en 1875, dijo a Guillermo White: “Me siento con veinte kilos de más desde que obtuve un pedazo de pergamino de casi un metro cuadrado. Es de piel de oveja auténtica también; de paso, ninguno de tus documentos sin valor importa más que el documento higiénico-terapéutico”.

En el verano de 1875 regresó a Battle Creek, y pronto estaba trabajando en el Instituto de la Reforma Pro salud; al año siguiente pasó a ser su director, bajo la condición de que su período duraría solo un año, sin poder imaginarse que dirigiría la institución durante 67 años.

Cuando asumió en 1876, el instituto tenía veinte pacientes, pero seis partieron con el administrador anterior, y otros dos salieron después de un vistazo del joven médico. Pero, Kellogg no estaba preocupado.

En pocos meses, tenía el doble de pacientes de lo acostumbrado, y para 1877 tuvo que sumar otro edificio. Ese fue el comienzo de un programa de construcción que, para fines de siglo, lo que se había transformado en el Sanatorio de Battle Creek se convirtió en uno de los hospitales más grandes y famosos de los Estados Unidos.

Mientras tanto, en su tiempo libre, Kellogg escribió unos cincuenta libros, inventó los copos de maíz y la industria de cereales fríos, desarrolló una tecnología médica de avanzada y llegó a ser un cirujano mundialmente famoso.

Dios había bendecido al pequeño gigante más de lo que nadie pudiera imaginar. Él siempre bendice a los que están dispuestos a crecer.

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