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viernes, 13 de junio de 2014

Matutina de Adultos: Junio 13, 2014

Se difunde la noticia de la salud -1


Jesucristo te sana. Hechos 9:34.



Cuatro meses después de su segunda visión importante sobre la reforma pro salud, Elena de White tuvo oportunidad de presentar sus visiones ante la joven iglesia, en el cuarto congreso de la Asociación General, en mayo de 1866. En tonos enérgicos, expuso ante los principales pastores los principios de la reforma pro salud, y la importancia de aceptar y enseñar esos principios.

Afirmó que “escasamente se ha comenzado” esa reforma, y que la iglesia tenía “una obra mucho más importante” en esta línea, que nadie había comprendido aún. Y culminó su llamado diciendo que los adventistas del séptimo día “debería[n] tener una institución propia” de salud y curación (TI 1: 427, 428, 432).

En respuesta, el Congreso de la Asociación General aprobó varias resoluciones. Una, reconocía la importancia de la reforma pro salud “como parte de la obra de Dios que nos corresponde a nosotros en este tiempo; y que nos comprometemos a vivir de acuerdo con estos principios; y que usaremos nuestros mejores esfuerzos para inculcar su importancia en los demás”.

Una segunda resolución solicitaba que el Dr. Horatio S. Lay (probablemente, el único médico adventista del séptimo día en ese entonces) “presente, a través de la Review, una serie de artículos sobre la reforma pro salud”.

Había llegado un nuevo día. Las resoluciones reflejaban una convicción profunda de que la luz sobre la reforma pro salud era de gran importancia.

Con todo, muchas veces se da el caso de que la gente es más enfática en sus resoluciones que en las acciones posteriores. Pero, en este caso ocurrió lo contrario. Si bien la gente podría buscar en vano la serie de artículos propuesta sobre la reforma pro salud a cargo de H. S. Lay, encontrará algo mejor todavía: el anuncio del Dr. Lay, como editor de la revista mensual de 16 páginas titulada The Health Reformer [El reformador de la salud].

En su folleto para The Health Reformer, el Dr. Lay manifestaba que su propósito era “ayudar en la gran obra de reformar, lo más posible, los falsos hábitos de vida, tan frecuentes en la actualidad”. Recomendó la cura de enfermedades mediante el “uso de los propios remedios de la naturaleza: aire, luz, calor, ejercicio, alimento, sueño, recreación”, etc.

Estos primeros adventistas se tomaban en serio el compartir su nueva visión. Como había muchos en esa época que sufrían de mala salud, valoraban aún más esas nuevas nociones. Podían regocijarse en que Dios los estuviese guiando en una senda mejor.

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