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lunes, 26 de mayo de 2014

Matutina de Menores: Mayo 26, 2014

Ofendido por el oro


“No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3: 6)



Henri se estiró su carísima chaqueta, retorció los extremos de su bigote y entró en el comedor real con aires de grandeza. La luz de los cientos de velas que iluminaban el comedor lo deslumbraron. Orgulloso de lo afortunado que era por haber sido invitado a cenar en la mesa del hombre más importante de Francia, Henri permitió al maître que lo acompañara hasta su asiento.

Sonrió amablemente a los demás invitados y, cuando miró hacia abajo y vio sus cuchillos, tenedores y cucharas, su sonrisa se congeló. Echó un tímido vistazo a derecha e izquierda, analizando la vajilla y la cubertería de los demás. ¿Qué había dicho o hecho él para merecer tal deshonra? Henri se ruborizó de vergüenza cuando sus amigos se percataron de que había caído en desgracia. «Una vez fui un invitado de honor, ¿y ahora esto?», pensó. ¿Qué problema tenía Henri? ¿Qué había visto que le había provocado tal estado de ánimo?

¡La cubertería de Henri era de oro! Todos sabían que a los invitados más distinguidos de Napoleón se les concedía el honor de cenar con una cubertería de aluminio. Los demás debían conformarse con cuchillos, tenedores y cucharas de oro. El valor del metal siempre se ha determinado en función de su escasez. En la época en la que vivió Henri, el aluminio era poco común y mucho más difícil de procesar que el oro o la plata.

Volviendo al texto de hoy, cuando el apóstol Pedro dijo al mendigo que no tenía oro ni plata, imagino que el hombre se decepcionó. La mayoría de los transeúntes ponía la misma excusa. Sin embargo, las demás palabras de Pedro hicieron que la falta de oro y plata fuera algo insignificante: «En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda». Cuando el hombre se puso de pie, ¿crees que se sintió ofendido porque Pedro no le había dado dinero? Cuando sintió sus fuerzas renovadas, ¿crees que estaba preocupado por no tener nada en el bolsillo? El regalo de Pedro era de mucho más valor para él que unas monedas de metal.

¿Te has preocupado alguna vez por algún menosprecio que recibiste? ¿Has olvidado alguna vez todas las bendiciones que habitualmente recibes? cQué regalos disfrutas que son de más valor que el oro y la plata? Piensa en diez bendiciones que hayas recibido de Dios que sean más valiosas para ti que cualquier riqueza material.

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