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sábado, 31 de mayo de 2014

Matutina de Adultos: Mayo 31, 2014

La Asociación General


Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. Efesios 4:4.



Si bien la formación de asociaciones por Estados fue útil, estas no resolvieron todos los problemas administrativos. Por ejemplo, ¿quién coordinaría la obra de ellos o asignaría pastores para diferentes lugares? J. H. Waggoner planteó esta cuestión a conciencia, de una manera forzada, en junio de 1862. “No creo”, escribió, “que alguna vez reconozcamos plenamente los beneficios de la organización hasta que se actúe sobre este asunto” de una Asociación “paraguas”, o general. Varios lectores de la Review respondieron a la proposición de Waggoner con afirmaciones enérgicas durante el verano de 1862.

Sin una estructura general que represente a todo el cuerpo de creyentes, sostenía J. N. Andrews, “seremos presa de la confusión cada vez que se requieran especialmente acciones concertadas. La tarea de la organización, dondequiera que se haya introducido de una manera adecuada, ha dado buenos frutos; y por lo tanto, deseo verla completada de modo que garantice todos sus beneficios, no solo para cada iglesia, sino también para todo el cuerpo de hermanos y para la causa de la verdad”.

B. F. Snook observó que ya se habían desarrollado sentimientos regionales en la joven iglesia, y que la única forma de traer unidad al movimiento era a través de una “Asociación general”.

Jaime White, como podrás imaginarte, se entusiasmó con esa conversación. A su modo de ver, la Asociación General propuesta debía ser “la gran reguladora” de las asociaciones por Estados, si querían garantizar la “acción conjunta y sistemática de todo el cuerpo de creyentes”. El deber de la Asociación General sería “trazar el rumbo general para seguir por las asociaciones por Estados”. Así, “si la Asociación General no es superior en autoridad que la Asociación por Estados, no le vemos mucho sentido”. Su función sería coordinar la obra de la iglesia a lo largo de toda la extensión geográfica.

La Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día se organizó en una reunión convocada para ese propósito en Battle Creek, del 20 al 23 de mayo de 1863. Ese paso trascendental abrió el camino para una iglesia unificada, que finalmente llevaría el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 hasta los extremos de la Tierra. El alcance del programa misionero adventista nunca podría haberse logrado mediante una colección de iglesias o asociaciones inconexas, cada una con sus propios objetivos.

Gracias, Señor, por la unidad y la fuerza que procede de la organización.

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