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martes, 20 de mayo de 2014

Matutina de Adultos: Mayo 20, 2014

Cisma en el campamento

 

Ya sabes esto, que me abandonaron todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes. 2 Timoteo 1:15.


La mente de Jaime y de Elena de White estaba bien decidida, a comienzos de 1854, en cuanto a la necesidad de mayor orden y estructura entre los sabatarios. Jaime no solo consideraba que era importante, sino también creía que el movimiento no vería mucho progreso sin esto. Por lo tanto, pudo escribir, en marzo, que Dios “está esperando que su pueblo haga lo recto, y en orden evangélico, y que mantenga en alto el nivel de piedad, antes de que añada muchos más a nuestros miembros”.

El hecho de que el adventismo sabatario también enfrentara sus primeros cismas organizados en ese tiempo indudablemente reforzó las convicciones de Jaime sobre el tema. A comienzos de 1854, dos pastores, H. S. Case y C. P. Russell, se habían vuelto en contra de los White. Durante el otoño de ese año, iniciaron su propia publicación, el Messenger of Truth [Mensajero de verdad], que esperaban no solo que rivalizara con la Review and Herald, sino también que pusiera a una cantidad importante de sabatarios bajo la influencia de ellos.
 
Paralelamente al surgimiento del Grupo Mensajero, se dio la deserción de dos de los cuatro predicadores sabatarios de Wisconsin. J. M. Stephenson y D. P. Hall comenzaron a promover un milenio temporal, y una visión de una era venidera que proponía una segunda oportunidad al momento de la conversión durante el milenio. Poco tiempo después, los dos pastores de Wisconsin aunaron esfuerzos con los Mensajeros, en su oposición contra el liderazgo de los White.
 
Con tantos rebeldes en el medio, no es de extrañar que los sabatarios, durante la segunda mitad de la década de 1850, hayan aumentado la redacción de artículos que reflejaban una mayor noción de los principios bíblicos relacionados con el orden eclesiástico y la ordenación de dirigentes aprobados. ¡Dios es bueno!
 
Él incluso ayuda a su pueblo a aprender de los cismas y de los problemas en su medio. Así fue en la iglesia cristiana primitiva. Como resultado, tenemos las extraordinarias cartas pastorales de Pablo a Timoteo y a Tito, que bosquejan principios bíblicos organizativos. Además, las epístolas escritas por Pablo, Santiago, Pedro, Judas y Juan refutaban las falsas enseñanzas de los cismáticos. Sin la dirección de Dios en medio de los problemas que esos falsos maestros siguen suscitando, la iglesia sería más pobre en cada época.
 
Ayúdanos, Padre, a reconocer con más claridad cómo utilizas incluso las situaciones problemáticas para hacer crecer a tu iglesia.

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