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jueves, 1 de febrero de 2018

Matutina de Adultos : Febrero 1, 2018

La única fuente de esperanza


Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo». Romanos 15: 13, NVI


¿PUEDE HABER ESPERANZA EN ESTE MUNDO LLENO DE TINIEBLAS? Cuanto más oscuro y tenebroso es el mundo, más resplandece la esperanza en Cristo Jesús. Muchos ponen su confianza en cosas que no pueden proveerles seguridad, como el dinero, el poder, la fama o las personas; pero nada de este mundo puede brindar esperanza genuina.

La vida sin esperanza carece de sentido. Podría decirse que la esperanza es el antídoto para el temor que nos invade. Muchos no tienen esperanza, y por ello se enfocan en el presente inmediato, el placer instantáneo y la satisfacción momentánea. No tienen nada ni nadie en quien depositar su esperanza.

El 30 de octubre de 2006, dos alpinistas mexicanos, Alfonso de la Parra y Andrés Delgado, intentaron escalar el monte Everest (el más alto del planeta, con 8.848 metros de altura). Sin embargo, antes de llegar a la cima, se perdieron debido a una nevada muy intensa. Sus familiares y amigos dieron aviso a las autoridades, y rescatistas especializados comenzaron la búsqueda por tierra y también por aire, usando helicópteros.

Con el paso de las horas, los familiares les preguntaron a los rescatistas si había esperanza de encontrarlos con vida. Los socorristas dijeron que, por las circunstancias extremas en las que se encontraban, los alpinistas solamente podrían sobrevivir cinco o siete días, pero que más allá de ese período no habría esperanzas de encontrarlos con vida.

Depositar nuestra confianza en nuestra propia fuerza, inteligencia o potestad, puede terminar dejándonos con una gran decepción. Independientemente de cuán bienintencionados podamos ser, jamás podremos lograr lo imposible. Solo en Dios hemos de depositar nuestras esperanzas, pues él es el único capaz de lograr lo imposible. El salmista asegura: «Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios» (Salmo 146:5).

Esto es fundamental cuando hablamos de nuestro destino eterno. Dios es nuestra única esperanza, fuera de él no hay salvación. Él nos ha prometido la vida eterna si creemos en el sacrificio de Cristo en la cruz. Él pagó el precio de la salvación, venció por nosotros, y por eso esperamos confiados en él. Demos gracias a Dios por la bendita esperanza que él ha puesto en nuestro corazón. iAlabado sea su santo nombre!

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