En sincronía
Experimenta: Cuando bosteces al estar con tu familia o entre amigos, observa si logran ponerse en sincronía contigo.
El dueño de la tienda colgó de la pared un reloj péndulo. Aquel señor me dijo con seguridad que ese reloj terminaría por moverse al mismo ritmo de los demás. Me dió la siguiente razón: «A los relojes de mi tienda les gusta estar en sincronía. Lo sé porque cada vez que cuelgo un nuevo reloj en esa pared, le toma unos minutos para que su péndulo oscile al mismo ritmo que los demás».
En nuestro mundo todo está en sicnronía. La sincronización, en la natrualeza, es un fenómeno capaz de regular el ritmo del corazón, la respiración, el paso al caminar o correr, el ritmo y la velocidad de las personas que se sientan a comer en una mesa, el canto de un grupo de grillos o los aplausos de miles de personas en un auditorio, por ejemplo.
Gracias a este fenómeno te dan ganas de bostezar, llorar o reir igual que quien está cerca de ti, porque tu cuerpo desea ponerse en sincronía con lo que sienten los demás.
Dios creó dicho fenómeno para regular el ritmo de todos los sucesos y mantener el orden de la vida de los seres humanos y de la naturaleza. Por desgracia, el pecado influye cada vez más en el cambio de los ritmos sincronizados que el sabio Creador estableció. Por eso vemos cada vez más personas que han perdido la capacidad de sincronizarse con los sentimientos de los demás, y debido a eso, hacen mucho daño.
Por medio de la sincronización, Dios guía nuestra vida y desea que nuestros pensamientos estén en sincronía con los suyos. Si te acercas a Jesús cada mañana y escuchas el “latido de su corazón”, tu vida empezará poco a poco a ponerse en sincronía con él. Tiene planes para ti; sincrónizate con él ya mismo.
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