Tecnología (lavaplatos)
Experimenta: ¿Te han pedido alguna vez que laves los platos?
El tema del lavado de los platos es tan importante que la Administración de Alimentos y Medicamentos en Estados Unidos exige que en los restaurantes se cumplan tres requisitos para considerar limpio un plato: usar agua caliente y jabón, enjuagar con agua limpia y, por último, aplicar algún líquido desinfectante.
Si en casa ayudas a lavar los platos, será suficiente si primero quitas los restos de comida, después usas un buen jabón, suficiente agua limpia para enjuagar y, para terminar, los dejas secar antes de guardarlos en su lugar. Recuerda que no debes dejar que los restos de comida se sequen porque entonces millones de bacterias infectarán la vajilla y tu casa; agua y jabón serán insuficientes.
Los platos de la cocina de tu casa son como tus pensamientos. También hay que limpiarlos continuamente. No comerías en un plato que nadie ha lavado, ¡qué asco! La suciedad de un plato depende de la comida que haya tenido y algunos alimentos ensucian a profundidad. Lo mismo pasa con lo que ponemos en nuestros pensamientos. Hay películas, imágenes y conversaciones realmente sucias.
¿Qué pasa si tus pensamientos son sucios? Te enfermas de pecado y qué difícil es limpiar la cabeza de malos y sucios pensamientos. Un pensamiento sucio pronto huele mal. Los demás notan que has cambiado y nunca te sentirás como antes.
Es tan difícil limpiar por cuenta propia nuestra mente de los pensamientos sucios que Dios no tuvo otra opción. Dio a su único Hijo para que muriera en la cruz a cambio de la limpieza perfecta del pecado en nuestra vida. ¡Fue como lavar un plato que él no había ensuciado!
¿Qué sentirá Dios el Padre cuando ve que no damos gracias por permitir a su único Hijo, Jesús, que lave las mentes que no ensució? O, peor aún, cuando ve que la seguimos ensuciando.
«Voy a tratar a Jerusalén como se hace con plato que se restriega y se pone boca abajo» (2 Reyes 21:13)
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