Tocar una cicatriz
Experimenta: ¿Tienes alguna cicatriz?
Si tu respuesta es no, me encantaría conocerte para saber cómo has hecho para no tener alguna. Yo tengo varias, por diversos motivos.
Una cicatriz es el parche que nuestro cuerpo forma encima del lugar donde la piel recibió un corte o se desgarró, es decir, una herida. Si tienes alguna cicatriz, tócala con cuidado y nota que se siente y ve diferente del resto de la piel. Su color es rosado claro, se siente lisa y suave al tocarla. Se debe a que el tejido de una cicatriz no es piel, más bien se asemeja al que forma nuestros músculos.
Jesús también tiene cicatrices en sus manos, pies, el costado y la cabeza. Pero las suyas son muy especiales, Son el parche que su cuerpo hizo encima de las heridas que le causaron los clavos, la lanza del soldado romano y la corona de espinas, el día que fue crucificado por ti y por mí. No tenía que dejar que le hicieran esas heridas, mucho menos debió dejar que lo crucificaran. ¡Él no lo merecía! No debería tener cicatrices. Aceptó las heridas y la cruz por amor. Sabía que era necesario morir en esas condiciones para que nosotros fuéramos salvos por la eternidad.
Las cicatrices pueden tratarse con algunos procedimientos especiales para disminuir su apariencia, pero nunca desaparecerán. Siempre estarán ahí, para contar alguna historia, algo que nos ocurrió. Lo mismo pasa con las cicatrices de Jesús. Estarán en sus manos y sus pies por la eternidad para contar cuantas veces sea necesario la historia de cómo nos amó, perdonó y salvó.
¿Quisieras tocar las cicatrices de Jesús cuando lleguemos al cielo?
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